No
me interesa el sendero fácil del rebaño, el agua en el camino si
pago una lisonja. No voy a andar la rápida autopista del tumulto que
sabe que al final le espera un gran cartel de bienvenida.
Tampoco
quiero -lánzame al agua, viejo Noé, si ello me tienta-, la
mediática senda de la oveja negra, esa lanuda VIP que se retiró a
oscuros aposentos a vivir de rebeldías distantes.
Quiero
la espina silvestre del ahora, el No cerrero y mesurado, de a
poquitos, que dé valor real al Sí que se me ocurra. Quiero
emprender el trillo más derecho; quiero ser yo, aunque jamás
encuentre seguidores.