Mi padre se pasaba la vida reunido: consigo mismo. Era lógico entonces que los otros apenas le escucharan, ocupado como estaba en pedir y otorgarse a sí mismo la palabra, que pesaba onza a onza y pulía cual diadema antes de entregarla.
Sus discursos, que nadie se ocupó de editar, serían la envidia del gran Monterroso, aunque a mi escritor familiar —que no sabía escribir, como jamás aprendió a leer— los bichos del mar le interesaban más que el gran dinosaurio que persiste al otro lado del sueño.
Además de las reuniones, el viejo tenía otra fobia: no soportaba los noticieros —tal vez porque pocas veces le anunciaron buenas crónicas personales—, sin embargo entre la vida y mi madre le dieron un irónico titular aquel septembrino amanecer: mi llegada. Yo, que en descomunal ironía heredé hasta su nombre, no me hice doctor, como mi padre soñaba, sino un insignificante constructor de noticieros.
Hace trece julios que nos falta, pero allá cerca, dondequiera que esté pescando peces celestiales y remendándole barcas a Noé, recibirá estas palabras, escritas precisamente para decidirlo a reunirse conmigo.
+++++ qué bien, este post me parece uno de los mejores del caimán.
ResponderEliminarGracias, Alejo. Yo no estoy para evaluar los post; todos son tan hijos míos como Daniel, pero este, obviamente, es de los más cercanos.
ResponderEliminarrealmente una joyita. otra vez los garciamarquianos podrán darse banquete: el periodismo, cuando se hace bien, es un género de la literatura....MANDY
ResponderEliminarMandy: Como puede ver, yo soy nuevo en estas lides, pero estímulos como el suyo me animan a continuar. Gracias por hablarme de letras y joyerías, que siempre serán lo mismo.
ResponderEliminarLo admito.... estoy enamorada de sus letras... son como una posión mágica que, ilusamente, me hacen pensar que algún día (aunque sea el último día de mi vida)podré escribir algo parecido.
ResponderEliminarNos conocimos una vez, bueno, yo lo conocí, aún estaba estudiando periodismo, me firmó un libro, exelente libro...saludos, Melissa
Bueno, Melissa... mis letras, que son tímidas como yo, se sonrojan, de veras. Pero no voy a negar que les hace mucho bien que alguien se enamore de ellas. Si es así, usted verá que le son fieles. Gracias.
ResponderEliminar¡¡¡genial!!!...como la mayoría de las letras que nos regalas, son de las que uno quisiera haber escrito...seguro tu papá las estará leyendo con el corazón, que es como mejor se lee dondequiera...
ResponderEliminarEspero que sí, Daicar. Yo creo que hay muchas maneras, mejores, de leer. Gracias.
ResponderEliminarTe confieso que es la primera vez que leo tu blog, y he quedado prendada, para admirarte cada vez más. María del Carmen
ResponderEliminarBueno, María del Carmen, si ya me visitaste una vez, repite, por favor. Mi mayor aspiración con esta propuesta es que la gente se dé una vuelta por acá. Gracias.
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