jueves, 6 de junio de 2013

¿Por qué no me inyecto?

Yo no serviría para drogadicto; no solo por las drogas, sino por eso de andar con agujas. No podría llevar en el saco (bueno, tampoco tengo saco) una jeringuilla. ¿Imaginan si se dispara y me mata? 

Reparé en el asunto cuando descubrí que mi columna vertebral no quiere andar conmigo. No sé qué le hice, pero el hecho es que no quiere saber de mí, y como no encuentra recurso mejor en su rechazo, simplemente decidió dolerme. Lo hace, lo hace a conciencia en cada instante de su vida, así que los amigos me sugieren médicos, tratamientos y remedios que casi siempre terminan en un punto:

—¿Por qué no te inyectas…?

Les respondo que lo haría, pero el asunto es un poco complicado. Verán: para inyectarme un antiinflamatorio, un analgésico o algún batido de vitaminas de esos que los cubanos preparan como un coctel del bar Floridita, no bastaría con la jeringuilla y la enfermera despampanante.

—Necesitaría un psicólogo, que me convenza del indoloro beneficio del pinchazo en la parte meridional de mis espaldas. Necesitaría un psiquiatra, que reparara los daños que el impacto punzante traería a mi sistema nervioso por los próximos cincuenta años. Harían falta cuatro o cinco costureras (artistas marciales, por si acaso) que me ajustaran generosamente la mejor camisa de fuerza disponible en el mercado; y por supuesto, yo exigiría que primero me pusieran anestesia.

Porque eso es otra cosa: ¡tanto desarrollo que tiene la Medicina y nadie parece darse cuenta de que quien va a sufrir una vacuna necesita un buen sedante! De veras que sí, yo me inyectaría de buena gana, pero como me dijeron que la anestesia se pone con agujas…  

14 comentarios:

  1. jum, yo creo que mejor que una inyección, te hace falta un Encuentro de Cronistas en Cienfuegos....eso lo cura todo, todo!!!! (pero antes puedo probar con un abrazo mío, que si te doy uno, con las ganas que tengo de verte, y el tiempo que hace desde nmuestro último abrazo...vaya, solo hay dos posibilidades: que te cure de un tirón, o que te termine de matar)

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    1. Yo sé que me curas, Leydi. Y sí, un cronicazo cienfueguero alivia cualquier dolor. Y si lo combino con leyditerapia. Un abrazo adelantado, muchacha.

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  2. Y después llaman a las mujeres el sexo débil??? Qué vergüenza caimancito querido, qué vergüenza!!!

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    1. Lamento decepcionarte Mar, pero la sinceridad ante todo. Por cierto, yo nunca he dudado de que las mujeres son el sexo fuerte; tú misma... yo sé que si te vuelves tsunami no quiero estar cerca. Un abrazo.

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  3. La verdad es que a mí también me dan pánico las agujas. Lo que sucede es que siempre que voy a inyectarme me siento peor por las enfermeras que por mí, a fin de cuentas, lo mío será un momentico, pero ellas deben pasar todo el día mirando pompis. Ufff, ese método siempre funciona!

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    1. Voy a pensarlo, Rosana, pero para ser sincero, no creo que me funcione ese método tuyo. Mi cobardía lo rebasa con creces. Gracias por pasar por esta sala de urgencias.

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    2. Esta sala de urgencias también tiene servicio de psicoterapia, jajajajajaja. Un beso Enrique

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    3. Aquí tenemos de todo para tratamientos. Solo hay una restricción: nada de agujas. Vuelve. Un beso.

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  4. jajjajaa qué miedo a una simple inyección, pero la verdad q prefiero q inyecten a otro y no a mí jajajajaj. Saludos desde el oasisdeisa.wordpress.com

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    1. ¿De verdad crees que haya una inyección "simple"? Lo dudo. Gracias por el saludo. Juntando saludos puedo inventarme un sedante criollo.

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  5. que buen humor, hermano, es verdad, las agujas intimidan pero no matan, a menos que un facultativo se pase o equivoque lo que pone en la jeringa, jaj, un abrazo.

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    1. Amigo José: tienes razón, pero mi miedo y yo preferimos plantearlo a la inversa: las agujas no matan... ¡pero como intimidan...! Un abrazo.

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  6. Ayayay! Qué pena comentar tan tarde, pero ya me conoces, tengo mis Días de Caimán... y qué miedo al leer, casi, casi sentí el pinchazo... y qué celos, ante tantas Leydis y mares y pronombres, ahorita las camagüeyanas vamos a andar vestidas de enfermeras a tus ojos; menos mal que yosísé que te sobran abrazos y terapias y humor para todas nosotras... muy a pesar de tu columna.. y de todo... besitos no-inyectables

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    1. No es tarde, Daicar: Como se sabe, este de las inyecciones es uno de mis temas recurrentes. Si yo fuera director de cine, habría hecho una película de terror con una sola locación: una enfermería. Creo que el efecto estaría asegurado. Gracias por venir.

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