miércoles, 28 de enero de 2015

Mi catarro y la Conquista


Una mañana cualquiera, sin que mi sistema inmunológico lo sospechara, el catarro plantó sus naves frente a mis costas. A poco inició el desembarco. Fue cruel la conquista, conseguida a base de espadas y mosquetes invisibles para mis defensas: los virus.

La colonización resultó igualmente violenta:  nada de espejitos y cuentas baratas fabricados en China; lo que me cambiaron por mi paz aborigen fue una fiebre violenta, que en su peor noche me produjo unos temblores precolombinos.

Después vinieron intensos dolores en mis articulaciones, que jamás han estado como para llevarlas a Europa y mostrarlas a la Reina. Y mi garganta ha quedado sin deseos de repetir la vieja lección del caney: fotuto, cocuyo, casabe, biajaca, guao, iguana, tocororo…

Muy pronto, cuando descubrí que mi tos no era obsequio de dioses, me rebelé, pero entiendo que la batalla es desproporcionada. A falta de otra defensa, respondí con jarabe de orégano, un brebaje de los tiempos del behique. Quizás aparezcan remedios más fuertes, pero mientras tanto insisto.

Si hace falta, haré como Hatuey, que al borde del fuego se fue satisfecho para otro cielo. Él jamás se hubiera embarcado a un cielo donde hubiera catarro español.  Porque quién sabe si entre las causas de las primeras rebeliones en nuestra tierra estuvo la seria protesta contra este mismo catarro que mientras escribo me obliga a estornudar.

6 comentarios:

  1. Solo te puedo aconsejar, detrás del achisss, pañuelo en mano y soplate la nariz.Pero de todas maneras ve donde el doctor, para que el catarro no te de visa para ver Hatey.

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  2. No, una visa para ver a Hatuey no, por favor. Esa sería la peor "medicina". Gracias por la lectura y el consejo.

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  3. Estaba tratando de encontrar una frase "culturosa",pero compadre, la que me viene a la mente es que eres el " Caballo" y no me vengas que si Rocinante u Othar.

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  4. Oye, pues a mí lo más culturoso que se me ocurre responderte es Gracias. Creo que ya el catarro se robó mis minas y se fue a buscar en otra parte.

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  5. Cocodrilo de mi vida... yo también ando bajo asedio. Aunque mis murallas se defienden con limón y miel la artillería enemiga destruye los fuertes. Si me rindo ven a ayudarme.

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    1. Mar, tus comentarios se demoran, por eso quizás suman tanta alegría. Si hace falta voy a pintarme el rostro con los colores de guerra, y tomar mis lanzas y hachas de piedra para ir a pelear con tu catarro. Un abrazo medicinal.

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