Hace solo unas horas, en algún lugar de Cuba, me regalaron un premio. Como suele pasar, envié el trabajo a concurso con más ilusión que esperanza, y ya se sabe el abismo que media entre esas dos estaciones.
Por supuesto, la anécdota tiene cola. A pocos días del cierre de la admisión, el trabajo estaba varado en Camagüey, víctima de las viejas tecnologías de la incomunicación, más eficientes todavía de lo que la mayoría de la gente quiere creer.
Pero como siempre hay un pero, y no todos los peros tienen que ser villanos, pasó por mi ciudad nuestra un viejo amigo que honra con firma clara y firme verbo el periódico más querido de Cuba. Y amigo como es, de los que no necesita publicármelo cada día, aceptó llevar a La Habana el sobre en el cual, apretado con otros, viajaba escondido del sol, como emigrante ilegal, mi personal “competidor”.
Él lo tomó en sus manos, lo llevó consigo por más de 500 kilómetros y lo entregó a tiempo como se deja un hijo propio a la puerta de la escuela. Según declaró el jurado, mi hijo ganó. Me dio algunas alegrías y me hizo dudar unas cuantas cosas más de mí.
Pero de nuevo hay un pero que contarles. Cuando leí la noticia final en su mismo periódico rebeldísimo, me enteré de que mi amigo Ricardo Ronquillo Bello fue Mención en la categoría de mi premio. Y pensé de nuevo en su siempre creciente lumbre de alma, esa que le conocí en los tiempos oscuros de una beca santiaguiera.
Por eso sé, contra lo que dijo el jurado y publicara la prensa, que en el acta final le cambiaron el nombre a nuestros hijos.
Pero, qué va, no lo creo, sus hijos son firmes, y dignos de mucha admiración.... un montón de felicidades.. si alguien lo merecía era usted, un beso... tiene que mandarme el comentario, no he tenido el gusto de leelo.. felicidades otra vez!!!
ResponderEliminarAhh, y la crónica también..El astro y la mirada, la busqué acá, más no la encontré
ResponderEliminarMelissa: Gracias por tu felicitación, pero tu voto no cuenta porque eres soldado de mi ejército (¿o yo del tuyo?) y entonces das una opinión sesgada.
ResponderEliminarLa crónica la puedes leer en mi blog de Martí (Buscando a Pepe Martí) que tiene un vínculo en este Caimán tan tuyo.
El comentario tendré que buscar muy bien, porque es del año pasado y no estoy seguro de conservarlo en formato digital. De todos modos, cuando vaya a Cienfuegos te lo puedo llevar en papel, si todavía tienes interés por él.
Gracias de nuevo. No sé por qué, o sí sé, estoy convencido de que de cuantos me han dicho que se alegran, tú eres una de las más sinceras.
No me extraña que usted gane el premio con esos hijos que a veces los leo temblando y otras los leo riendo, mucho menos me extraña su nunca corta modestia.
ResponderEliminarEs increible las vuelta que da la vida. Su amigo cargando la "sentencia de muerte" como lo hubiese hecho ud. de ser necesario.
Mas estoy convencido de que usted la llevaría con gusto y al parecer el la llevó con agrado.
Vueltas que da la vida.
Gracias.
Gracias por tu mensaje, Rafael. Es verdad, la suerte es redonda como un tablero de ajedrez, pero también es mentira: lo que llevó mi amigo, una vez más entre tantas, fue su sentencia de vida. Él es más grande que yo, como periodista y como persona (que es el título mayor); yo solo quise compartir, con otros que aman el bien, esta anécdota que realza su estatura. Claro que yo llevaría un sobre suyo, aunque dentro dijera: "¡Matad al mensajero!"
ResponderEliminarok, busco ahora mismo la crónica, y esperaré ansiosa que me traiga el comentario... espero que venga para el festival de la crónica que será en octubre acá en Cienfuegos (hay lugar reservado, y de lujo, para los caimanes).
ResponderEliminarY mi voto sí cuenta, jajjaj.... no me puede dejar fuera, aunque levantemos machetes en un mismo ejército. No, no, no.
Y porfa, no lo quepa duda nunca de la sinceridad de estas letras, que están intentando ser desde los otros ojos, o costillas, o párpados... de Eva. Un beso grande, Meli
Seguro que nos veremos allá. Yo sé que Eva doma los caimanes, así que de antemano me someto a esa invitación. Mientras llega esa fecha prometo seguirte buscando en mis costillas.
ResponderEliminarLO CONFIESO, EL HIJO DE ENRIQUE, YA QUE ÉL ASÍ LE LLAMA, ES TAMBIÉN MÍO. LA DECLARACIÓN ES ALGO GAY, PERO ME HACE MUY FELIZ QUE ALGÚN ESPERMATOZOIDE DE MI ALMA HICIERA POSIBLE EL ALUMBRAMIENTO DE SU PREMIO. UN NACIMIENTO SURGIDO DE UN ACTO DE TALENTO —COMO TODO LO QUE PUEDE VENIR DE ESTE ILUSTRE CAMAGUEYANO— Y NO DE UN GESTO DE BONDAD. FUE UN PLACER LLEVAR DUARNTE ESOS 500 KILÓMETROS EL PESO TREMENDO DE SUS IDEAS. ESO ME HACE COMO UN CAUPOLICÁN DEL SIGLO XXI. NO SIEMPRE SE AVANZA, POR ENTRE TANTA MALEZA EN LOS CAMINOS, CON TANTA LUZ. AHORA PUEDO DÁRMELAS DE ORGULLOSO PORQUE MI AMIGO, MI HERMANO, HONRA CON SU NOMBRE AL PERIODISMO, QUE YA SABEMOS SUFRE ENTRE TANTOS PADECIMIENTOS. LA DELICADEZA DE TUS LÍNEAS ME RECUERDAN EL VALOR DE LAS IDEAS DE ESE PEPE MARTÍ QUE TAMBIÉN COMPARTIMOS: SER BUENO ES EL ÚNICO MODO DE SER DICHOSOS.
ResponderEliminarRICARDO RONQUILLO BELLO
Bueno, hermano, a estas alturas solo puedo reiterar lo que escribí en mi post. El premio pasa, de hecho ya no me acuerdo mucho de él, pero el mejor agasajo de este mundo loco loco es contar con amigos verdaderos, que sin estridencias ni alardes pasen ese difícil test que es el tiempo. Tú lo has hecho, y parece que yo también. Bien por los dos.
ResponderEliminarLo había felicitado en el Facebook, pero al ver su comentario no he tenido otra alternativa que escribir mis humildes felicitaciones digitales en su blog y comprobar una vez más que la grandeza de sus palabras no son más que el reflejo de su alma, y sus hijos, también hijos de todos sus lectores, fruto de sus virtudes que son muchas, merecen ser premiado aunque sea de esta forma. Estoy segura que Ricardo Ronquillo, otro hombre genial que concibe hijos hermosos también, está realmente orgulloso de usted. Su sincera modestia no hace más que recordarme su grandeza. Gracias por sus líneas (siempre le doy las gracias no por formalismo sino porque así lo siento)Siempre viva cuando leo sus escritos Lourdes María
ResponderEliminarNo sé qué decirte, Lourdes María. Tal vez, que entre las muchas dificultades que todos padecemos, reconforta ver un día que espontáneamente, como nacen las flores verdaderas, un día uno se encuentra regalos como ese aprecio tuyo que sé sincero y, por eso, cuido como una flor. Gracias por él.
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