lunes, 24 de enero de 2011

Monólogo del refrigerador cubano

Abrirme es como entrar a la tundra: los grados bajan y suben las escaseces. Muchos me dicen el coco porque solo el agua abunda en mi blanca palidez, pero ni aun allí, en esos pequeños lagos de cubana previsión, pican los muy esquivos camarones y langostas que solo saben invernar en neveras de cinco estrellas… nada marinas, por cierto.

Aunque a veces me descompongo y sufro jornadas de puro calor, no me ha afectado el cambio climático: desde que llegué a esta casa procedente de cuna China la vida sigue igual: algunas libras de picadillo de soya mezclada con soya, un filetillo de ONNI (objeto nadador no identificado), una cuña de dulce casero mordida a escondidas por el chico de la familia, el arroz sobrante de hoy para mañana, y agua… mucha agua, suficiente agua para inundar el Sahara.

No conozco a las vacas —ni siquiera las locas se atreven a venir—, que imagino son pastoreadas bien lejos de mí, pero tengo todavía la esperanza de que un día los búfalos de agua hagan honor a su apellido y fusilen a un paisano forajido contra los húmedos muros de mi congelador.

Es cierto: hay poco tránsito en mis pisos. Es cierto: me aburro a mares. Es cierto que bien pudiera amansar una montaraz araña en esos potreros desnudos que semejan mis parrillas. Sin embargo mi certeza más caliente es que no envidio en nada la abundancia vacía, allá y aquí, de otras congeladoras que para llenar su panza vendieron al mismo Diablo su fría alma de freezer.

Si se fijan con detenimiento, si miran bien allá abajo, si buscan en mis caídos calzones de refrigerador, hallarán entre cables un par de huevos de dinosaurio —¿posturas de hoy o jurásicos testículos?— excelentemente ejercitados porque, entre ayunos y peleas, jamás le aceptan al hielo el poder de congelarlos.  

2 comentarios:

  1. Oye, muy bueno. Como todo cubano, con el humor inseparable ante las tragedias, me reí con este monólogo, más bien discurso de muchos hogares. Compadre, coincido contigo en tu "certeza más caliente". Ya lo dice un un proverbio: "Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones". Y, sí, Milanés, también creo que el coraje no puede faltarle a quien decide vivir sin corrupción en un mundo donde muchos se venden, y hay quienes aseguran que cada cual tiene su precio. ¡Lástima que con tantas potencialidades para la cálidas certezas pululen tanto las "almas de freezer"!

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  2. Bueno, Rodelio, pues ya somos dos guardando cosillas en este refrigerador. Gracias por compartir opiniones.

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