Como quien dice, hoy cumplo un centenario de cien años y eso es como si juera un acontecimiento. Pos claro, si miento ustedes no me van a creer, pero qué se le va a hacer, si ultimadamente todo el mundo habla de mí.
Que ya nadie se acuerda que yo era el sexto de doce hermanos del barrio de Tepito y mi papá el cartero a cada rato nos pitaba:
Que ya nadie se acuerda que yo era el sexto de doce hermanos del barrio de Tepito y mi papá el cartero a cada rato nos pitaba:
―Me dice su señora madre que horita vamos a comernos unas cartitas porque otra cosa... pos bueno, otra cosa no tenemos.
¡Bien que sabían los “Ay mi amor...” y “No me esperes...” de aquellas escuelas que mi papá nos repartía.
Huy, pues así fue como me fui a la carpa teatral donde bailé, actué y me inventé este personaje personalmente para que no fuera de otra persona. Cuando el personaje y mi persona eran la misma persona, nos decían El Peladito. Me ponía mi sombrero de pico, me arreglaba este fondoso bigote sin pelos y con mi pantalón a media nalga, y también en diceversa, le daba la vuelta al día en 80 mundos con mis zapatos que ya se gastaron de tanto gastarse.
Una vez me preguntaron: “¿En qué cantina inflas?”, sugiriendo que se me olvidaba el bocadillo —¡a mí, que no había probado nada!— porque unas copas me hubieran tomado. Desde entonces tengo este nombre de Cantinflas que me queda mejor que Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, porque aunque me veía un poco moreno, no tengo fortina ninguna, y menosmente de rey: no soy ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario.
No me diga que no se le hace: con este cuerpo así de cuerpo entero yo fui boxeador; me dieron algún nocao y también algún sicao cuando yo no veía la trayehistoria del golpe. ¡Ta bueno...! Que no más que uno se sube a un ring y el otro contendiente tiende a tirarle de golpes. ¡Que sí que no...! ¿Verdá que esto lo entiende cualquiera?
Hasta a torear aprendí, pero como los toros mexicanos son como que un poquito morosos, dizque porque no han viajado a España, en la península Inbérica, no aprendían mucho y me salí rápido del negocio, a las malas, no fuera que ellos me sacaran a las peores.
Por si los moscos, no vayan a creer todo lo que hoy dicen de mí. Los gringuitos me dieron hasta una estrella en Joligud, mas sin tampoco me creo famoso como Don Chicaspierito, que armó una consalación entre Montescos y Capuletos y después acabó con los dos, dizque para ser imparcial.
Ya los agarro cansados, entonces me despido. Total, a mí me despidieron tantas veces... Miren con mucho cuidado mis películas, no crean lo que dicen los libros cuyos escribidores no sepan cuyamente cantinflear, y no vayan a comerse los timbres postales con mi figura, que eso no alimenta ni alifresa. De todas maneras, les doy y les hago las gracias por acordarse de mí. ¡Ahí está el detalle!
Una lección genial... y perfecta hilvanación de palabras... un beso
ResponderEliminar¡Melissa, que me sonrojo sonrojosamente... sin cantinfleos! Gracias, muchacha.
ResponderEliminarSimpática y cantiflesca manera --aunque sea una redundancia-- de celebrar el centenario de este mexicano que nos hace vivir de la risa con sus películas y que alguna vez vino en persona al Camagüey, para alojarse para siempre en el corazón de un pueblo de leyendas, desde nuestro Gran Hotel, en el corazón de una ciudad.
ResponderEliminarEl sábado vi en la televisión una película suya y comprobé de nuevo que su humor está tan vivo como él. Quienes nos hacen sonreir merecen ser recordados siempre. ¡El suyo sí era humor del bueno!
ResponderEliminarQué saludable encontrarse en la red con un post construido con una investigación seria como cimiento y con paredes de sonrisas sinceras, (un material cada vez menos abundante y más caro). Gracias por regalarnos un homenaje tan sabroso. Cantinflas es uno de mis preferidos y este blog también.
ResponderEliminarRogelio: Sabio como era, Cantinflas siempre supo que el mayor tesoro del ser humano es la risa. De hecho, todos le recordamos por cuánto nos divirtió y no por lo que recaudó en taquilla. El Peladito es también uno de mis preferidos. Un abrazo.
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