martes, 9 de agosto de 2011

Estilo libre

Tuvo que parar a 29 horas de lanzarse. Muchos afirman que falló por par de veces, y no faltan los nadadores de agua seca que sostienen que está vieja y hasta un poco loca: “¡A quién se le ocurre, con su edad...!”

A ella, a Diane Nyad. A la estadounidense que desafió no solo el asfixiante aislamiento entre Washington y La Habana sino sus 61 agostos, las corrientes del Golfo, los animosos tiburones de la zona, el asma, los calambres y hasta a la mismísima Diane Nyad que con 28 años intentó por primera vez la hazaña, dizque sin conseguirlo, en 1978.

Esta vez, en La Habana, declaró que Cuba es su país preferido y comenzó a nadar, buscando acercar desde el agua a vecinos que parecen siempre más distantes en la pantanosa orilla de la política. Cada brazada fue una cachetada al odio, así que calculemos: no fueron pocas en 29 horas.

La gente de alma sumergible insistirá en que falló, pero los ojos más sabios le verán triunfadora por segunda ocasión. Habrá de ensancharse con nadadoras semejantes el Estrecho: ese lanzarse a conectar pueblos en el mar, ese cantarle Guantanameras a las olas, ese desatarle nudos a los vientos, ese nadar contra las jaulas... nos dice que esta Diane veterana dio de nuevo en el centro preciso de su diana.

4 comentarios:

  1. Magnífico, están tus palabras en todos lados, para salvarla, para salvarnos... un besi

    ResponderEliminar
  2. Realmente me conmueven acciones como la de Diane. Más que el gran titular, vale su gran raíz. Gracias otra vez, Melissa, por venir a nado a esta orilla de letras que propongo.

    ResponderEliminar
  3. Ay, Milanés, cuánto he leído este viernes, pero mientras más me sumerjo en tus letras, más quiero avanzar, creo que hoy mismo voy a unir con mis ojos tu provincia oriental con mi villaclareño terruño, pero qué va , aun queda mucho por nadar...

    ResponderEliminar