viernes, 22 de abril de 2011

Un cuadro polisémico

Conocí a Agustín Bejarano hace unos pocos años, en una galería de arte de nuestro común Camagüey que a la sazón exponía unos cuantos trabajos suyos. Cuadros increíbles, es verdad, pero es verdad también que, por sobre ellos, me impactó más su crecida sencillez de ser humano.

Me pareció entonces, como ahora, un cubano que no ha dejado que suba a su cabeza el colorido remolino de la fama. Fue un pincelazo de charla, pues dice poco y no hablo mucho, sin embargo ello bastó para un retrato: me contó ―nos contó, al par de colegas que le trazábamos preguntas― de cómo fomentaba el grabado en nuestra tierra, proyecto que incluía donar de su bolsillo equipamiento.

Hoy, lo que de él graba Miami es otra cosa: que si abusó lascivamente de un pequeño. Y para no variar un óleo conocido, La Habana entera jura lo contrario.

No soy fiscal ni emito veredictos. No estuve allí, en ese baño que guarda una desgracia y, más que olores fuertes, es trágico capítulo en esta Historia del Arte que ya rebasa la paleta.

No estuve allí, pero no obstante  veo la sentencia: si él es culpable, habría teñido de negro sempiterno la transparente infancia de un muchacho; si es inocente ―como no dejo de pensar recordando el boceto que aquella vez me hice de sus formas― no hará mucho cambio que un día pueda quitarse el nada artístico traje que hoy viste como reo: ya una maldad nada infantil habría teñido su vida de naranja.   

2 comentarios:

  1. Nunca antes recordé tanto al hombrecito cabizbajo de esa serie tremenda que tituló "Los ritos del silencio" y que ahora las malas nuevas intentan trastocar como "Los gritos para su silencio".
    Es verdad, Mila, no estuvimos allí, pero te cuento algo. Conversé con él varias veces aquí mismo en Camagüey, adonde viene con mucha frecuencia por la salud de la familia y de las artes plásticas.
    Mi grabado sobre él se parece mucho al tuyo porque está hecho de casabe y matajíbaro.
    Ojalá concluya de una buena vez esta tormenta que nos priva de sus mejores cuadros humanos.

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  2. Que así sea, Yanetsy, y que termine confirmándonos que nuestros pareceres son certeros.

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