No sé si he escrito alguna vez que mi padre no sabía escribir: jamás consiguió amansar un lápiz. Ignoro si de soslayo he leído lo que él no pudo leer con aquellos ojos, doble cañón de un pésimo cazador de letras. En fin... que pudo mostrarme pocamente nada de “alte y curtura” y sus finos viceversas, pero temprano en mi vida, muy temprano, quiso enseñarme la hora.
Estas manos que en herencia me dejó han traficado páginas incontables, pero no... ninguna metáfora sofisticada me ha hecho olvidar quién me ayudó a descifrar el tiempo, por los siglos de los siglos. Mi viejo es inmortal: desde entonces, vive en todos los relojes.
Bello.....
ResponderEliminarGracias, Melissa. Espero que no te canses un día de tanto visitarme y yo tenga que "zapatear" toda la red preguntando por ti.
ResponderEliminarEso nunca, cansarme???? qué va!!! si cada día tengo más hambre de tus letras... besos grandes
ResponderEliminarSea, Melissa. Pondré más cuidado entonces en mis "recetas".
ResponderEliminarTendría tu viejo muchas otras inteligencias escondidas bajo sus ojos "iletrados", Mila, porque crió a su vera un hombre prodigio en las bellas letras. Gracias por esos recuerdos que nos compartes y por todo lo que despiertan en las almas afines... ahora recuerdo a mi papá, enseñándome los enigmas de las curvas de un electrocardiograma, o la más indolora forma de desenredar este pelo rebelde que me heredó. Lo segundo me ha servido de mucho más jajajaja
ResponderEliminarLo mejor del pelo, de cualquier pelo, Tunie, está en la raíz. Por ellas el pelo se fertiliza con buenas ideas. Si tu papá te dejó ese mágico recurso, ya es suficiente para no olvidarlo jamás. Deja que crezcan tu pelo y tu padre.
ResponderEliminarMilanés, también me gustaría prefigurar los rasgos de la caligrafía de mi padre, tampoco memorizo sus dedos o sus manos.
ResponderEliminarHan pasado 36 años de su partida, aun no se me separa de la mente su pérdida del sueño por mi padecer de una malformación que vino conmigo a la vida.
La medicina cubana, magnánima y salvadora, trajo calma a mi patología cuando apenas sumaba unos escasos cinco años, pero él ya se había ido tres calendarios antes, sin saberme librada de la dolencia.
Y a pesar de que su ausencia duele, tengo la certeza de que es feliz, por mi cura , y porque lo recuerdo eternamente como un PADRE inmortal e insomne que es la raiz de la bella familia que tengo...afectos anónimos para tí y tus mágicas letras...
A los afectos no les hace falta nombres; ya tienen el suyo, el mejor, por cierto. No me interesa cómo se llame nadie, sino cómo le nombran sus hechos. Cuando sabemos querer hallamos las caligrafías más escondidas. Me pasó a mí, a ti, a tantos. Gracias por ser parte de ese club.
ResponderEliminarTriste cada letra: la letra anónima y la del buen Enrique. Por suerte queda lo mejor del padre ausente. Y eso aleja el dolor, al menos unas horas...
ResponderEliminarAsí es, Abdiel, y en cada minuto se sabe a quién y por qué recordar. Un abrazo.
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