martes, 28 de diciembre de 2010

GPS

Rodolfo llevó su bondad hasta Miami para que en días como estos le extrañase a ambos; para siempre. Ramón, eterno fraternal, está en Venezuela brindando en su persona lecciones de sencillez; por un trío de años. Abierto con mayúsculas, José Ernesto voló y puso nido nuevo en su Canadá de adopción pese a que sus alas estuvieron a punto de congelarse.

Jesús escribe sagradas palabras de duende desde una Habana que a veces también parece el extranjero. Alejandro me persuade en esos almuerzos del trabajo cuyo menú resulta la mejor lección de extracto periodístico. Cerca de él, Daicar tolera mis malacrianzas de niño prorrogado y Yanetsy a menudo comparte una guayaba que no lleva veneno en la pared de enfrente.

Allá por Santa Cruz del Sur, Vladimir guarda una valija llena de anécdotas de infancia que un día de estos tendré que recoger. Alguna que otra vez, Ortelio llama desde Ciego de Ávila para repasar afectos de efectos jodedores y Oscar me dedica largos silencios espirituanos que silentemente correspondo a la camagüeyana, con todas las de la ley. Leonardo continúa en Las Tunas suyas, las únicas que no hincan, como dos metros de nobleza vertical que las primeras canas no logran inclinar.

Curándonos con su herida, Willy nos sigue demostrando que hay deliciosas formas de ser Maceo. Pilar parece haber perdido gran parte de su azúcar en trámites de aduana de extraños aeropuertos, mas no me importa si miro para el mapa: varias hogueras, sopladas por rostros desconocidos, se encienden a mi nombre en ciudades que nunca podré visitar.

Cual náufrago del tiempo, Carlos reapareció después de veintitantos años, en el preciso lugar donde aparecen los desaparecidos. Muchos amigos siguen flotando en la interrogante donde estuvo, hasta que un yate de facebook o un comando de expertos internautas se encarguen de revivirlos.

A Antonio no: al buen Tony no habrá quien lo rescate. Hace tiempo, él fue montado en una barca cuyo oscuro remero lo llevó más lejos. Demasiado.   
   

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mi letra del año

En blanco y negro, porque no soy un estadista: para el año que viene, si es que tiene transporte y es que llega, quiero un Producto Interno Bruto inteligente. Quiero que no se exporte el alma y que se importe solo cuando a todos importe lo que venga. Quiero más productividad en la lenta fábrica de afectos y que la megaindustria de los odios por fin vaya a la quiebra.

Quiero que la política permute y se mude a la tranquila casa de la Historia donde pasó de todo y nada pesa. Quiero que el cambio climático madure y evite que se derritan tantas guerras tapadas por ahí cual minas viejas. Quiero que Troya se llene de barcos cargados de flores para Helena y que el caballo sea en verdad de paz ofrenda griega.

Quiero que hagamos de ONU un UNO unido y de OTAN la NOTA amiga de los pueblos que no desean saber de charreteras. Que la O sea más fuerte que la A para cosechar más hombres que hambres y que un par de barrigas estén plenas a la hora que en la cama lidien pertrechados de punzantes amores él y ella. 

Quiero que mi hijo crezca fuerte dentro y fuera mientras espero su cabeza rebase mi cabeza. Quiero una ideología desdentada, donde lo justo convenza sin requerir de la muela. Quiero dejar para la geografía las fronteras y que nos ocupemos más de abrirnos: por encima de mapas que se borran, es el alma ensanchada lo que queda.

Quiero que ella coincida en sus quereres y si quiere, mejor, pues que me quiera.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Veredicto de goce

Señorías:
 
Ya se sabe que Dios —o el gerente que en lo alto administra sus asuntos— me ha dado tan poco que apenas podría decomisarme alguna sombra. Es obvio también que mis semejantes se ocupan con celo de que nos semejemos cada vez menos y colocan más billetes, más aparatos y lujos, en la cerca que separa su paisaje de mi vista.
 
Así, como hoy declaro con la mano derecha sobre el mouse: el pastor se aleja y el prójimo no se aproxima, mas se sabe que me da casi lo mismo porque no pretendo el Paraíso Terrenal ni aspiro al Reino de los Cielos.
 
Hasta le deseo buena suerte a Dios —o a su empleado— tan agobiado como estará en dividir peces que se rehúsan a picar en la charca de los pobres y panes que por lo general toman el concurrido camino a Bocarrica. Que les vaya muy bien a los hombres que no pueden quitarse el hambre infinita del tener.
 
Pero siendo justo debo reconocer que en un diciembre de hace 13 años, desnudo y tal vez con la barriga a medias, o hasta a cuartas, amasé con las manos y alguna que otra extremidad una harina de manzana legal de la que surgió mi única riqueza en la vida: mi Daniel, quien, como el pelo y los labios que le di, heredó esta humildad incurable con una precisión que ya pasa lo genético.
 
Entonces: gracias Señor, gracias señores, por haberme sacado de sus cuentas con fervor celestial y pasión terrena. Contando tintineos en la risa de mi hijo, yo solo les condeno a la pena perpetua de envidiarme.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Waka leaks

¡Si Julian Assange enseñara las caderas de Shakira...! ¡Si no hubiera perdido tanto tiempo, tantos gigas de su sitio, en simples “frivolidades” de gobierno, y hubiera bombardeado al mundo con el  colombiano movimiento de la diva...!

―Oh, vamos... -le diría Obama- tú eres de los nuestros.

Pero el australiano tuvo nada menos que mostrarle al mundo las obscenidades más severas del poder.

Con tantas cosas importantes como hay: si Shakira sigue con Antonio o si es una La Rúa, si Piqué ha anotado algún golcillo en puerta ajena y los paparazzis han sacado tarjeta roja por la falta, si la falsa rubia quiere un hijo aunque rechace el matrimonio...

Definitivamente, Assange no parece saber de periodismo. Se metió con los malos con tantos buenos fáciles de condenar. Ahora sufre la ira del Olimpo: no me asombraría que un agente CIA, emplazado justo en el puente levadizo entre su cuerpo y el ardiente de la Ardin, hubiese perforado con taladro milimétrico aquel frágil preservativo, pecado ya poco original.

Genio ingenuo, que se hizo el sueco a la hora de ponerse un condón con la Sofía. La trampa descomunal le ha atrapado por sus huevos. Y el castigo honra la insolencia: antes que él, ninguna revista porno nos había paseado con tanto detalle por la oscura vagina del Imperio.

Tan simples y provechosos los chismes de la Shakira... y Assange complicándose en Estocolmo. ¡Este colmo que vivimos...! Ningún condón podrá preservarlo contra el César. ¡Con lo seguro que era cotillar del Waka waka!

martes, 14 de diciembre de 2010

Noche 1002

 
Con 40 enemigos fuera de juego, viejo, rico y decidido a jubilarse, Alí Babá fue hasta la cueva a retirar su larga cuenta de ahorro. 

Pero había pasado el tiempo y su memoria no era la de antes.
Una vez pronunciado el “¡Ábrete sésamo!”, una rara frase en árabe desconcertó al antiguo leñador:

—La contraseña es incorrecta. Word no puede abrir…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Una casa

Dos amigos y medio están tan contentos que no caben en su casa. Sí, en su casa. Hasta hace unos días tenían que acomodar sus incabencias en casa ajena. Y si malo es no caber, imaginen ustedes lo que es no tener siquiera un sitio nuestro que nos quede propiamente estrecho. Pero eso es ya Historia Antigua. Ellos llegaron, unidos, a la poco accesible Edad del Techo.

Yo, que en otro momento hice un largo doctorado de intemperies, entiendo como pocos la alegría de Leo y de Daicar, que por primera vez abrieron una puerta que es su puerta con una llave que nadie les prestó. Ya tienen una casa que por su entrada mira al sol y alienta por su patio los anocheceres.

Tiempo al tiempo: muy pronto aparecerán por aquí y por allá esas trazas chapuceras que los constructores cubanos, tan cariñosos como son, dejan a propósito para que los inquilinos, entre tanta felicidad, no los vayan a olvidar. Entonces seguramente Leandro mencionará hasta a las dulces abuelitas de aquellos albañiles, pero entre recuerdo y recuerdo la vida seguirá en ese castillo de cuatro paredes.

Y tal vez una noche fría de un invierno como este, ella y él se excedan en cariños hasta el punto de agregar (en un hermanito) la mitad de tamaño que le falta a su Claudia. Entonces, quizás, algún día escribiré: Tres amigos están tan contentos... 

jueves, 2 de diciembre de 2010

Genoma cubano

Algo aclarada por el mucho mar del viaje, África está en mi piel. Mi pelo sigue ensortijado de rancias pobrezas y también llevo tambores más adentro, en genes inquietos que justo a las menos cuarto arman su propia rumba aunque las piernas se finjan desentendidas. A veces, cuando un conflicto tiene más flictos de la cuenta, el cimarrón que duerme en mi cabeza abre un ojo y busca el hacha de guerra que algún abuelo distante enterró por ahí. Por fortuna no aparece y el negro sigue su sueño.
 
Tampoco España me falta. Siempre ella, reclamando con zetas y pesetas su mitad de cubano, que es mucho más que la mitad de esta Isla que alguna vez se llevaron a pedazos para comprobar en Madrid que no podían armarla porque faltaba una pieza, una mínima pieza y no una pieza colosal: nosotros. España está, agonizando pero milagrosamente aún viva, en la lengua que maltratamos cuanto podemos — ¡y mire usted que podemos! — como vengadores verbales de indios exterminados con cruces de acero y espadas divinas. Hispanos son el gemido de gaita y la cintura de guitarra que adornan a cualquier mujer, la sonrisa estacionaria como escudo de almas y la rústica navaja que por desdicha no acaba de jubilarse.
 
Es cierto… mis antepasados fueron bastante calientes, si bien no tanto como prometen ser mis antefuturos. Miremos las fotos ya amarillas: aquí cualquiera tiene trepado en su árbol familiar un culí chino, un lord inglés o árabe príncipe, un pariente holandés o un tío de Tierra del Fuego que cruzó encendidas epístolas con una esquimala que no estaba nada mala… según él.
 
Pero en espíritu los cubanos somos sobre todo hindúes: si algo coincide en nuestra cadena de moléculas, si un rasgo torna común el genoma a cada uno, si un cuño nos marca los cromosomas como medio básico del país, es el respeto cuasi ancestral, la adoración impoluta, el casto suspiro, la inapetencia vestal, el platónico amor… hacia la carne de vaca.          

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La vida secreta de Dios

Hasta Él a veces se ausenta de casa. Por allá por el borde de La Habana, frente al espejo acostado donde cada tarde el sol se zambulle en la sal, mister God tiene una gran filial de su oficina. Tras las ventanas, sus celestiales burócratas vigilan nuestros signos vitales: “¡¿Cómo?! ¿Siguen andando los cubanos?, ¿Cómo es que siguen andando?, ¿Cómo me los como?...” y otras comeduras de cómos muy características de tan ocupado santoral.

Allí mismo, en el recinto lleno de una luz paradisíaca, su larga lista de funcionarios nos lanza al malecón cualquier suerte de mandatos contemporáneos, sin considerar que la tierra en que caen es altamente pecadora, pero totalmente nuestra.

En Cuba, donde todo el mundo cree saber de todo, los teólogos de barrio han registrado un detalle que no puede ausentarse de las escrituras: los cubanos aprendimos a leer esta variante del arameo sagrado —a veces, justo es reconocerlo, hasta nos arameamos en ella— y en seguida identificamos los divinos requerimientos.

Entonces iniciamos el ritual: con humildad nos encogemos de hombros, hacemos una mueca, torcemos los ojos, pensamos oraciones que no caben en La Biblia —y no precisamente por largas—, les damos a las exigencias de culto una messiana patadita rumbo al agua y simplemente decimos: “Nada... maleconadas de los yanquis”, antes de continuar el camino de la fe.