martes, 19 de mayo de 2015

La nueva geografía


Mi sobrina Chanel, que termina el octavo grado en su escuela secundaria, hace en casa un trabajo independiente. Estoy cerca, en el cuarto que aceptó compartir conmigo, y me complace observar que —rara avis de la postmodernidad— cumple la tarea de manera verdaderamente independiente.

No obstante ella, que faltó a la clase en que lo orientaron, tiene a mano el estudio que un grupito de condiscípulos realizara y del que Chanel —en una iniciativa atípica en los adolescentes— pidió ser excluida para realizarlo a solas. Aduce la mala letra, las hojas irregulares y otras apariencias de ese informe. Yo le pido que me deje verlo y en seguida comprendo que la caligrafía es el menor de los problemas que tiene.

El tema es España y la asignatura, Geografía. Bueno, pues los muchachos tomaron un mapa y sin ningún rubor ubicaron España, más o menos, donde debe estar —si es que no la mudaron y no me enteré, porque poco se habla de ella— Mongolia. Y La Coruña pasó a estar, según su notable innovación, en la rusísima Siberia.

Ante aquello, no sabía si reír o si llorar. Mientras decidía qué hacer, Chanel me mostró, tal vez para que tomara partido, otro mapa de sus amiguitos. Debían sombrear el país objeto de análisis y ellos, con generosa tinta, llenaron toda la península ibérica.

—Ahora invadieron Portugal —le comenté a mi sobrina—. Decididamente, tus amigos son terroristas internacionales.

lunes, 18 de mayo de 2015

Machismo y alta política


En el acto por los 70 años de la victoria sobre el fascismo —por desgracia, inconclusa a todas luces—,  el traductor que vertía al ruso las palabras del orador cubano me ayudó a ubicar otro probable origen de las tensiones entre dos colosos mundiales: el oso y el águila imperial. 

A cada rato, según exigencias del discurso original, el intérprete tenía que referir aquella palabra hasta entonces desconocida para mí: «Imperialisma».

Imagino que desde algunos de los presidentes de antaño —que expandieron sus ambiciones más allá del reino de la Casa Blanca— comenzara la incomodidad ante semejante cambio de sexo operado en la otra lengua.

Hagamos un profundo análisis político: como están las cosas, cualquier día de estos se desata una guerra cuya declaración el Pentágono pudiera comenzar así:

—¡Y tú fuiste comunisma!