Nació pequeño, en esta esquina virtual, y ha crecido con gente de aquí y de allá que le han honrado con alguna mirada y enriquecido sus arcas echándole a su charca más de un comentario.
Quiero hacer un comentario de los comentarios. Hay amigos blindados, a prueba de las letras más amargas, gente a la que ya no tengo “muela” para agradecerle semejante aliento. Ellos se salen de esta página y se instalan sin permiso en mis afectos para recordarme que la vida es bella, al margen de todo lo feo que también hemos repasado juntos en estos post e inter/cambios.
He tenido la suerte de hallar interlocutores sensibles, respetuosos, cultos y educados. En todo un año, solo dos personas optaron por la senda de la ofensa; no pude publicarles, no por la intransigencia que, entre palabrotas, me adjudicaron intransigentemente, sino porque este no es espacio para emboscadas particulares o para herir individuos de ninguna parte ni de credo alguno, ni para poner segundas o hasta primeras mejillas. Aspiro a escribir una página amorosa para con la especie humana (más que surtida ya de odios y otras musarañas) y no hay en ella cabida a mordidas personales.
Ello no niega para nada que esta sea bitácora de claroscuros, como es la vida misma, donde se puede discrepar y a la larga triunfa (al menos eso creo) la luz. Sobre puntuales penumbras, hay mucha luz en la Cuba de ahora mismo, luz suficiente para alumbrarnos y calentarnos. No obstante, también hay manchas muy nuestras, “cubanísimas” como las clarias.
Y ya termino este editorial muelero (que contraviene el nombre de mi blog), que no marcho al Polo sino rumbo al 2012. En este año que acecha estaré aquí mismo, pensando cosas nuevas para ustedes. Un abrazo.