martes, 28 de diciembre de 2010

GPS

Rodolfo llevó su bondad hasta Miami para que en días como estos le extrañase a ambos; para siempre. Ramón, eterno fraternal, está en Venezuela brindando en su persona lecciones de sencillez; por un trío de años. Abierto con mayúsculas, José Ernesto voló y puso nido nuevo en su Canadá de adopción pese a que sus alas estuvieron a punto de congelarse.

Jesús escribe sagradas palabras de duende desde una Habana que a veces también parece el extranjero. Alejandro me persuade en esos almuerzos del trabajo cuyo menú resulta la mejor lección de extracto periodístico. Cerca de él, Daicar tolera mis malacrianzas de niño prorrogado y Yanetsy a menudo comparte una guayaba que no lleva veneno en la pared de enfrente.

Allá por Santa Cruz del Sur, Vladimir guarda una valija llena de anécdotas de infancia que un día de estos tendré que recoger. Alguna que otra vez, Ortelio llama desde Ciego de Ávila para repasar afectos de efectos jodedores y Oscar me dedica largos silencios espirituanos que silentemente correspondo a la camagüeyana, con todas las de la ley. Leonardo continúa en Las Tunas suyas, las únicas que no hincan, como dos metros de nobleza vertical que las primeras canas no logran inclinar.

Curándonos con su herida, Willy nos sigue demostrando que hay deliciosas formas de ser Maceo. Pilar parece haber perdido gran parte de su azúcar en trámites de aduana de extraños aeropuertos, mas no me importa si miro para el mapa: varias hogueras, sopladas por rostros desconocidos, se encienden a mi nombre en ciudades que nunca podré visitar.

Cual náufrago del tiempo, Carlos reapareció después de veintitantos años, en el preciso lugar donde aparecen los desaparecidos. Muchos amigos siguen flotando en la interrogante donde estuvo, hasta que un yate de facebook o un comando de expertos internautas se encarguen de revivirlos.

A Antonio no: al buen Tony no habrá quien lo rescate. Hace tiempo, él fue montado en una barca cuyo oscuro remero lo llevó más lejos. Demasiado.   
   

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mi letra del año

En blanco y negro, porque no soy un estadista: para el año que viene, si es que tiene transporte y es que llega, quiero un Producto Interno Bruto inteligente. Quiero que no se exporte el alma y que se importe solo cuando a todos importe lo que venga. Quiero más productividad en la lenta fábrica de afectos y que la megaindustria de los odios por fin vaya a la quiebra.

Quiero que la política permute y se mude a la tranquila casa de la Historia donde pasó de todo y nada pesa. Quiero que el cambio climático madure y evite que se derritan tantas guerras tapadas por ahí cual minas viejas. Quiero que Troya se llene de barcos cargados de flores para Helena y que el caballo sea en verdad de paz ofrenda griega.

Quiero que hagamos de ONU un UNO unido y de OTAN la NOTA amiga de los pueblos que no desean saber de charreteras. Que la O sea más fuerte que la A para cosechar más hombres que hambres y que un par de barrigas estén plenas a la hora que en la cama lidien pertrechados de punzantes amores él y ella. 

Quiero que mi hijo crezca fuerte dentro y fuera mientras espero su cabeza rebase mi cabeza. Quiero una ideología desdentada, donde lo justo convenza sin requerir de la muela. Quiero dejar para la geografía las fronteras y que nos ocupemos más de abrirnos: por encima de mapas que se borran, es el alma ensanchada lo que queda.

Quiero que ella coincida en sus quereres y si quiere, mejor, pues que me quiera.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Veredicto de goce

Señorías:
 
Ya se sabe que Dios —o el gerente que en lo alto administra sus asuntos— me ha dado tan poco que apenas podría decomisarme alguna sombra. Es obvio también que mis semejantes se ocupan con celo de que nos semejemos cada vez menos y colocan más billetes, más aparatos y lujos, en la cerca que separa su paisaje de mi vista.
 
Así, como hoy declaro con la mano derecha sobre el mouse: el pastor se aleja y el prójimo no se aproxima, mas se sabe que me da casi lo mismo porque no pretendo el Paraíso Terrenal ni aspiro al Reino de los Cielos.
 
Hasta le deseo buena suerte a Dios —o a su empleado— tan agobiado como estará en dividir peces que se rehúsan a picar en la charca de los pobres y panes que por lo general toman el concurrido camino a Bocarrica. Que les vaya muy bien a los hombres que no pueden quitarse el hambre infinita del tener.
 
Pero siendo justo debo reconocer que en un diciembre de hace 13 años, desnudo y tal vez con la barriga a medias, o hasta a cuartas, amasé con las manos y alguna que otra extremidad una harina de manzana legal de la que surgió mi única riqueza en la vida: mi Daniel, quien, como el pelo y los labios que le di, heredó esta humildad incurable con una precisión que ya pasa lo genético.
 
Entonces: gracias Señor, gracias señores, por haberme sacado de sus cuentas con fervor celestial y pasión terrena. Contando tintineos en la risa de mi hijo, yo solo les condeno a la pena perpetua de envidiarme.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Waka leaks

¡Si Julian Assange enseñara las caderas de Shakira...! ¡Si no hubiera perdido tanto tiempo, tantos gigas de su sitio, en simples “frivolidades” de gobierno, y hubiera bombardeado al mundo con el  colombiano movimiento de la diva...!

―Oh, vamos... -le diría Obama- tú eres de los nuestros.

Pero el australiano tuvo nada menos que mostrarle al mundo las obscenidades más severas del poder.

Con tantas cosas importantes como hay: si Shakira sigue con Antonio o si es una La Rúa, si Piqué ha anotado algún golcillo en puerta ajena y los paparazzis han sacado tarjeta roja por la falta, si la falsa rubia quiere un hijo aunque rechace el matrimonio...

Definitivamente, Assange no parece saber de periodismo. Se metió con los malos con tantos buenos fáciles de condenar. Ahora sufre la ira del Olimpo: no me asombraría que un agente CIA, emplazado justo en el puente levadizo entre su cuerpo y el ardiente de la Ardin, hubiese perforado con taladro milimétrico aquel frágil preservativo, pecado ya poco original.

Genio ingenuo, que se hizo el sueco a la hora de ponerse un condón con la Sofía. La trampa descomunal le ha atrapado por sus huevos. Y el castigo honra la insolencia: antes que él, ninguna revista porno nos había paseado con tanto detalle por la oscura vagina del Imperio.

Tan simples y provechosos los chismes de la Shakira... y Assange complicándose en Estocolmo. ¡Este colmo que vivimos...! Ningún condón podrá preservarlo contra el César. ¡Con lo seguro que era cotillar del Waka waka!

martes, 14 de diciembre de 2010

Noche 1002

 
Con 40 enemigos fuera de juego, viejo, rico y decidido a jubilarse, Alí Babá fue hasta la cueva a retirar su larga cuenta de ahorro. 

Pero había pasado el tiempo y su memoria no era la de antes.
Una vez pronunciado el “¡Ábrete sésamo!”, una rara frase en árabe desconcertó al antiguo leñador:

—La contraseña es incorrecta. Word no puede abrir…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Una casa

Dos amigos y medio están tan contentos que no caben en su casa. Sí, en su casa. Hasta hace unos días tenían que acomodar sus incabencias en casa ajena. Y si malo es no caber, imaginen ustedes lo que es no tener siquiera un sitio nuestro que nos quede propiamente estrecho. Pero eso es ya Historia Antigua. Ellos llegaron, unidos, a la poco accesible Edad del Techo.

Yo, que en otro momento hice un largo doctorado de intemperies, entiendo como pocos la alegría de Leo y de Daicar, que por primera vez abrieron una puerta que es su puerta con una llave que nadie les prestó. Ya tienen una casa que por su entrada mira al sol y alienta por su patio los anocheceres.

Tiempo al tiempo: muy pronto aparecerán por aquí y por allá esas trazas chapuceras que los constructores cubanos, tan cariñosos como son, dejan a propósito para que los inquilinos, entre tanta felicidad, no los vayan a olvidar. Entonces seguramente Leandro mencionará hasta a las dulces abuelitas de aquellos albañiles, pero entre recuerdo y recuerdo la vida seguirá en ese castillo de cuatro paredes.

Y tal vez una noche fría de un invierno como este, ella y él se excedan en cariños hasta el punto de agregar (en un hermanito) la mitad de tamaño que le falta a su Claudia. Entonces, quizás, algún día escribiré: Tres amigos están tan contentos... 

jueves, 2 de diciembre de 2010

Genoma cubano

Algo aclarada por el mucho mar del viaje, África está en mi piel. Mi pelo sigue ensortijado de rancias pobrezas y también llevo tambores más adentro, en genes inquietos que justo a las menos cuarto arman su propia rumba aunque las piernas se finjan desentendidas. A veces, cuando un conflicto tiene más flictos de la cuenta, el cimarrón que duerme en mi cabeza abre un ojo y busca el hacha de guerra que algún abuelo distante enterró por ahí. Por fortuna no aparece y el negro sigue su sueño.
 
Tampoco España me falta. Siempre ella, reclamando con zetas y pesetas su mitad de cubano, que es mucho más que la mitad de esta Isla que alguna vez se llevaron a pedazos para comprobar en Madrid que no podían armarla porque faltaba una pieza, una mínima pieza y no una pieza colosal: nosotros. España está, agonizando pero milagrosamente aún viva, en la lengua que maltratamos cuanto podemos — ¡y mire usted que podemos! — como vengadores verbales de indios exterminados con cruces de acero y espadas divinas. Hispanos son el gemido de gaita y la cintura de guitarra que adornan a cualquier mujer, la sonrisa estacionaria como escudo de almas y la rústica navaja que por desdicha no acaba de jubilarse.
 
Es cierto… mis antepasados fueron bastante calientes, si bien no tanto como prometen ser mis antefuturos. Miremos las fotos ya amarillas: aquí cualquiera tiene trepado en su árbol familiar un culí chino, un lord inglés o árabe príncipe, un pariente holandés o un tío de Tierra del Fuego que cruzó encendidas epístolas con una esquimala que no estaba nada mala… según él.
 
Pero en espíritu los cubanos somos sobre todo hindúes: si algo coincide en nuestra cadena de moléculas, si un rasgo torna común el genoma a cada uno, si un cuño nos marca los cromosomas como medio básico del país, es el respeto cuasi ancestral, la adoración impoluta, el casto suspiro, la inapetencia vestal, el platónico amor… hacia la carne de vaca.          

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La vida secreta de Dios

Hasta Él a veces se ausenta de casa. Por allá por el borde de La Habana, frente al espejo acostado donde cada tarde el sol se zambulle en la sal, mister God tiene una gran filial de su oficina. Tras las ventanas, sus celestiales burócratas vigilan nuestros signos vitales: “¡¿Cómo?! ¿Siguen andando los cubanos?, ¿Cómo es que siguen andando?, ¿Cómo me los como?...” y otras comeduras de cómos muy características de tan ocupado santoral.

Allí mismo, en el recinto lleno de una luz paradisíaca, su larga lista de funcionarios nos lanza al malecón cualquier suerte de mandatos contemporáneos, sin considerar que la tierra en que caen es altamente pecadora, pero totalmente nuestra.

En Cuba, donde todo el mundo cree saber de todo, los teólogos de barrio han registrado un detalle que no puede ausentarse de las escrituras: los cubanos aprendimos a leer esta variante del arameo sagrado —a veces, justo es reconocerlo, hasta nos arameamos en ella— y en seguida identificamos los divinos requerimientos.

Entonces iniciamos el ritual: con humildad nos encogemos de hombros, hacemos una mueca, torcemos los ojos, pensamos oraciones que no caben en La Biblia —y no precisamente por largas—, les damos a las exigencias de culto una messiana patadita rumbo al agua y simplemente decimos: “Nada... maleconadas de los yanquis”, antes de continuar el camino de la fe.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Geografía física de los contenidos

Como pueden ver en el mapa, Cuba es una isla rodeada de mares. Al Norte, el Canal Viejo de Bahamas muestra su esclerosis, en cambio con una propinita se deja atravesar. Bajo el otro litoral, frente a la muy disciplinada costa Sur que siempre se está tranquila, el Caribe permite el paso de las naves, no sin dejar en sus cascos alguna picazón. En los dos estrechos y el Paso la cosa está apretada... y sin embargo se mueven. Pero de San Antonio a Maisí Cuba está anegada por ciertas aguas intransitables: el Mar Abú.

martes, 9 de noviembre de 2010

Van Gogh

Esta mañana, en mi áspero tránsito al trabajo, se despertó con mis huesos un deseo: quisiera tener la locura brillante de Van Gogh para pintar a algunas mujeres de estos días.

Cosecharía girasoles de sus cabellos y sembraría en ellos —para aprovechar esa fertilidad que el Cielo les manda por decreto— el trigo que da mi estricto pan o la vid roja (¿acaso podré venderla antes de irme al campo con un revólver en la mano de crear?) que suda el vino que nunca llega a mi mesa.

Le cambiaría el nombre a uno de mis hermanos (Iván, “terrible” cubano, con piel y pelo y risas que nada saben de Rusia) y en adelante le llamaría Theo, para encargarle la promoción de mis cuadros y conseguir que en el siempre caótico mercado del arte nadie los compre hasta tiempo después de mis cenizas.

Quisiera hallar a una Clasina María cualquiera y alojarla conmigo; no importaría su pasado de prostituta ni su embarazoso embarazo, épico poema de versos crecientes y autor anónimo. Aunque su vida haya sido tristemente suya, alegremente de otros, nulamente mía, al menos frente a mi lienzo podría hacer de modelo.

Quisiera invitar a esta casa lejos de Arles, que ni en verano se tiñe de amarillo, a un amigo difícil como Gauguin, que retara mi alma y mis pinceles y de vez en cuando cortara con su daga un pedazo a mi oreja para librarme de escuchar esos pingudos cojones que con la mayor naturalidad del mundo dicen constantemente las hermosas mujeres que yo pinto.   

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Todo sobre mi padre

Mi padre se pasaba la vida reunido: consigo mismo. Era lógico entonces que los otros apenas le escucharan, ocupado como estaba en pedir y otorgarse a sí mismo la palabra, que pesaba onza a onza y pulía cual diadema antes de entregarla.
 
Sus discursos, que nadie se ocupó de editar, serían la envidia del gran Monterroso, aunque a mi escritor familiar —que no sabía escribir, como jamás aprendió a leer— los bichos del mar le interesaban más que el gran dinosaurio que persiste al otro lado del sueño.
 
Además de las reuniones, el viejo tenía otra fobia: no soportaba los noticieros —tal vez porque pocas veces le anunciaron buenas crónicas personales—, sin embargo entre la vida y mi madre le dieron un irónico titular aquel septembrino amanecer: mi llegada. Yo, que en descomunal ironía heredé hasta su nombre, no me hice doctor, como mi padre soñaba, sino un insignificante constructor de noticieros.
 
Hace trece julios que nos falta, pero allá cerca, dondequiera que esté pescando peces celestiales y remendándole barcas a Noé, recibirá estas palabras, escritas precisamente para decidirlo a reunirse conmigo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Y la amo

He pasado de la hora esperándola en la esquina de siempre; no aparece, pero no me canso. ¿Qué voy a hacer? Dicen los poetas asesinados en el lecho que así es el amor. Hoy le perdono, lo mismo que ayer, esa tardanza suya que la retrata y ya se anuncia como ausencia poco más que probable. Seguro andará bien lejos, perdida y promiscua, en un desfile ruidoso y poco recatado que no hace ningún honor al espíritu de las abuelas.
 
Quizás más tarde llegue —o tal vez no—, trastabillando, con olor a humo y aliento químico, pletórica en sudores de cuerpos ajenos, risueña y cansada, mas nunca arrepentida. Es tan voluble, que quién sabe si le dé por abrazarme ardorosamente o si me ignore por completo y siga de farra con sus compañeros de ocasión.
 
Y yo, firme como un vikingo bajo el casco, sólo tengo en mente aquella canción de otra década que me sirve en ésta para dulcificar tantos desplantes: And i love her… tarareo bajito apagando minutos mientras sueño que a cualquier hora del universo, por fin, llegue mi queridísima guagua. 

martes, 26 de octubre de 2010

Voleibol

Estados Unidos ha dado muy buenos equipos y su sexteta masculina es la campeona olímpica vigente, sin embargo en la Casa Blanca no saben nada de voleibol. Con Barack Obama, el espigado atacador opuesto que lleva el número 44 en su camiseta presidencial, ya suman once  los jerarcas que han jugado el patético partido —da igual si Republicano o si Demócrata— de poner en aprietos frente a sus jugadas de engaño al rival que se inventaron.

Cada año, los comentaristas en la ONU ponen reparos a este encuentro porque normalmente un equipo ataca y el otro bloquea. Aquí no: el mismo atacador hace el bloqueo porque pretende impedir que cualquier cosa, hasta un inofensivo balón lleno de... aire, llegue al terreno de Cuba.

Quieren prohibirle hasta el aire a esos voleibolistas valientes que no se rinden al otro lado de una net que más bien parece telaraña. De modo que en esta disputa mundial la Mikasa apenas sale de la cancha del más fuerte. Pero los marcadores sugieren que hay más pelotas en el terreno de los bloqueados.  

jueves, 21 de octubre de 2010

Geografía psíquica

Cuba es una isla rodeada de muros. Limita cuatro veces con el Norte. Las olas estrechas de la Florida semejan la estera que trae los bloques relucientes, listos para colocar, desde la fábrica de Washington que no conoce la crisis.

Digno sucesor de los suyos, Barack Obama usa satisfecho el casco de hacedor de tapias que heredó de sus ancestros en el cargo, todos ellos hombres de hiel muy clara.

Sin mucho catalejo lo vemos desde El Morro: es largo el linaje de bloqueadores que se ha sentado en su sillón. Mas no tan largo como el desfile de cubanos que nacen con un cincel.   

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mensaje

Se atrevió a embarcarse en velero equivocado, esperó a hacer aguas la nave de su vida, se obligó a aguardar el último minuto frente a la gran ola, precisó naufragar al otro lado del mal... para tomar, al fin, aquella mano y decir que le quería. 

viernes, 15 de octubre de 2010

Un epitafio

Al menos acepta las flores. Orgullosa mulata, prima cercana de la Cecilia, que tomó en amores el mismo camino que lleva a Madrid. Por esas sinrazones de la vida, nunca quiso arrendarle espacios cardíacos a Agustín, el humilde cortador de cabellos de la calle Jesús María.

Sólo cuando enviudó, cuando volvió anónima y pobre, que es distinto y es igual, aquella exbelleza se amarró a su tierra con nudos irreversibles. Amor es suspense: alguna mañana de hace un siglo y tanto nació el epitafio en el cementerio: “Aquí Dolores Rondón finalizó su carrera, ven mortal y considera las grandezas cuales son...”

Dicen que dicen que eran versos de Agustín, quien también solía embellecer las rimas de las cabezas. Muy dada a la novela, la ciudad entera decidió mejorar el final de aquel romance: retocamos sin descanso la inscripción para que ni los muertos olvidasen la enseñanza: “...el orgullo y presunción, la opulencia y el poder, todo llega a fenecer pues sólo se inmortaliza, el mal que se economiza y el bien que se puede hacer”.

Ahora mismo, en su epitafio de famosa, Dolores Rondón recibe todas las flores del mundo sin saber que, aunque vengan de España, fueron cortadas con las tijeras de un barbero.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Ulises

¿Qué hago aquí, tan lejos del mar? Realmente no lo sé. Me trajeron mis propias odiseas, que no han sido pocas,  me guiaron cantos de sirenas desafinadas, me entretuve buscando tejedoras en un sitio en el que las mujeres compran sus sudarios  en divisa…  y ahora estoy varado en medio de la tierra, más como náufrago que como héroe, sin la esperanza melosa del poema épico que coloque mis días en la posteridad.

Esta es mi espada. Con ella guerreé allá en Santiago, al otro lado de Troya. Con todo respeto: Palas Atenea hizo muy poco por mí. Vean, mis cicatrices son un croquis del último asedio a los muros de la ciudad. Nosotros no pudimos franquearla en caballo de madera: ya habían leído el pasaje. Los caballos fuimos los guerreros, y también la madera, pero aquí estoy. No importa que ningún ciego lo escriba en 24 cantos perfectos: ya cumplo veinte años lejos del mar. Veinte años decidiendo a cuál de las costas iré.

jueves, 7 de octubre de 2010

A mano “almada”

La maestra de mi hijo dice gustar de mis “artículos”. Lo afirma y lo firma con ojos buenos, gastados no tanto de escalar periódicos como de navegar por las corrientes del aula capitaneando a estos muchachos infinitos, rebeldes sin pausa, que curso por curso, que clase por clase, que timbre por timbre se le amotinan cambiándole las letras de lugar. 

Y a sólo unos pasos de mi Daniel yo le falto y aclaro, yo me hago el malo del grupo y corrijo sin piedad a esta señora que cocina lecciones con manos de abuela: ¡no sabe nada de nada, no tiene ni mera idea, ni siquiera pudiera sumar, en esa pizarra que escribe la esperanza, cuántos maestros de dulce sabiduría como usted hay debajo, encima, adentro y afuera de cada una de las letras con alma que me dejaron robarles! 

lunes, 4 de octubre de 2010

Mi gota

Por fin conseguí el atávico sueño de alargar primaveras. ¡He logrado domesticar una gota de lluvia! Llegó, según creo, en un aguacero de mayo, tímida y escurridiza, y poco a poco fue tomando confianza hasta que mudó todas sus cosas y dijo a secas:
 
—Me quedo.
 
Desde entonces la crío en casa —¿o me cría ella?—, encima del lavadero. Mi gota y yo alcanzamos total armonía porque cada uno respeta el espacio del otro.
 
Ya no vivo solo: ahora cae en mi apartamento un tic tic que no calla, una especie de lluvia infinita, casi bíblica, ideal para enmohecerme estos huesos devotamente ateos que en los días de truenos y centellas no le reclaman a Dios.
 
Pero grande como diluvio es también la ingratitud humana: no comprendo cómo mis vecinos menosprecian el milagro llamándole “filtración”.

jueves, 30 de septiembre de 2010

La guagua y la cordura

Parece que aterriza la tarde. Se le acaban al día los pretextos laborales: el sol cumplió su jornada y se va a engañar a la otra mitad del mundo con el viejo cuento de que hace la luz. Yo no soy el sol ni he cumplido mucho pero también tengo que irme prometiendo que mañana regreso iluminado.

Ya en la calle, corro unos cuantos metros con obstáculos —mi frustración olímpica— y a pellizco limpio alcanzo la ruta 2. En la guagua va un loco que dice a puro grito que a esa hora, a esa mismísima hora en que algún bache ha de tragarnos para siempre, su Lisandra lo está tocando con un tipo. No es lo que más duele, nos confiesa: al despechado le incomoda hasta el juanete que sus vecinos sigan haciendo una caldosa y le digan que no mirando al cielo con ojos cederistas, que no vieron nada de nada… sólo vianda.

—¡Eso es lo que más me encabrona a mí, lo de la vianda! –rezonga el infeliz al bajarse en su parada mientras la guagua estalla en carcajadas y continúa repleta de almas, justo derecho al Hospital Siquiátrico.  

viernes, 24 de septiembre de 2010

Ahorro

Siempre es clara la paz de los cementerios
Recuerdo que en la otra vida que es la infancia, en mi natal Santa Cruz del Sur se acostumbraba despedir el paso de los muertos con el encendido de las luces de los frentes y portales. La carroza funeraria avanzaba por las calles rumbo al cementerio y cada hogar le hacía al finado una silenciosa reverencia solar, tal vez como anticipo de lo que le esperaba por allá arriba. Supongo que era lindo marcharse tan radiante de este mundo.

Ya no está la costumbre; murió hace tiempo, o la matamos de un cortocircuito, y se fue a oscuras de ese pueblo en el que las noches parecen más nocturnas de la cuenta. Los muertos de ahora son muertos ahorradores que quieren irse en paz con sus parientes: “Imaginen —dice algún vivo perspicaz—, si cada difunto arrastrara a la tumba tres kilowatts de paseo, sus dolientes tendrían en la tarde otros motivos de luto”.

Es el ahorro. Ahorramos hasta la vida para que nos dure más. En mi mente no: allí derrocho cuanto quiero. Allí recuerdo los adioses claros a los viejos de mi tierra y sueño, de vez en cuando, que en algún hogar del sur quede un destello para el día que yo parta.

Ozonoterapia

Ante la giardiasis padecida por el señor expresidente, el tratamiento de su médico de cabecera parecía venganza de ecologistas: le indicó a mister Bush una capa de ozono en su agujero.

Precisión

El Guamá aunténtico no era de piedra
Dicen los historiadores que allá por Baracoa murió el cacique Guamá, no a manos de los españoles que hostigó con hincante eficacia en las lomas orientales a lo largo de diez años, sino con la frente aplastada por el recio macanazo de su hermano. Los rumores llegan lejos: ya todos sabemos que el indio insurrecto se acostaba con su cuñada. Fue otra la macana que lo mató.

Marketing

El Diablo buscó en la guía comercial. Estaba aburrido de comprar pobres almillas y quiso lanzarse a lo grande. En el libraco, luego de llenarse los ojos de millones, se decidió por Mister X, un alto ejecutivo de una firma de éxito. Regateó con sus diabluras características y por fin le ganó la puja a Dios. Bajada  de urgencia, tomada entre sus patas con un calor inusual, el Diablo vio cómo el alma del mister se le quebraba en mil pedazos. Nadie le advirtió que Lehman Brothers fue a la bancarrota.

martes, 21 de septiembre de 2010

Creyentes

A sólo unos pasos de ellos, el caballo de bronce de Ignacio Agramonte devora el tiempo como si fuera metálica hierba. Los dos muchachos creen que acaban de inventar el beso lingüístico y se apresuran a patentarlo con disciplina académica, paciente y públicamente, bajo la espada del héroe que se llevó a la tumba los secretos de los labios de su Amalia.

Un turista revolotea por allí. Tiene una malformación en el hombro… no, es una cámara. El hombre blanco cree que acaba de descubrirnos, de descubrirlos, y comienza a grabarlos con asombro llegado de la mar océana, torpe e indiscretamente, frente a los ojos de transeúntes que no comprenden cómo el dinero a veces tiene tanta indigencia de sentido común.
 
Tendrá unos ocho años. El niño lleva sus armas de plástico, desenvaina y corta el aire mirando de reojo al rígido General montado en el caballo. Cree, el pequeño, que un buen amigo suyo llamado Julito Sanguily fue secuestrado por muchísimos malos y se dispone a salir a rescatarlo. No importa que en el lance apenas le acompañen 35 amiguitos de la escuela.

viernes, 17 de septiembre de 2010

¡Mujeres en la vía!

Una evidencia parece desmentir que Estados Unidos bloquee a Cuba con feroz paranoia: las mujeres. Caminan por toda la Isla con hermosura intacta, tan rotunda y contundente que es fácil culparlas de que las calles, especie de urbano paisaje lunar, estén a menudo en estado deplorable.

Y en las tardes llegan a una casa, casi siempre surtida con abundantes “no hay”, donde el principal lujo, entre otros pocos similares, es disfrutar de su compañía y su conducción. Porque las cubanas, en efecto, no reflejan en sus actos, ni muestran en sus rostros, ni sugieren en sus cuerpos la afectación de 751 mil 363 millones de dólares que los dictadores de Washington —al parecer impermeables al encanto femenino, como buenos emperadores— han ocasionado a nuestro pequeño país en los últimos cincuenta años.

A despecho de Helms Burton, de Torricellis, de Obamas y de otros tipos que nunca sabrían piropearlas, ellas salen en las mañanas de esas casas de sencillos adornos, con persistente alegría caribeña, a ratificarse y a ratificarnos que, pese a todo, la vida es bella.

Siluetas de pelo largo llenan el paisaje con sus formas y arman para el desafío del día a los cubanos, recios flacos como yo, jodidos por el bloqueo, que aplaudimos que estas mujeres de curvas rebeldes sigan rompiendo a taconazos las calles donde constantemente nos arriesgamos al tropiezo o la caída, tan solo para mirarlas.