miércoles, 13 de octubre de 2010

Ulises

¿Qué hago aquí, tan lejos del mar? Realmente no lo sé. Me trajeron mis propias odiseas, que no han sido pocas,  me guiaron cantos de sirenas desafinadas, me entretuve buscando tejedoras en un sitio en el que las mujeres compran sus sudarios  en divisa…  y ahora estoy varado en medio de la tierra, más como náufrago que como héroe, sin la esperanza melosa del poema épico que coloque mis días en la posteridad.

Esta es mi espada. Con ella guerreé allá en Santiago, al otro lado de Troya. Con todo respeto: Palas Atenea hizo muy poco por mí. Vean, mis cicatrices son un croquis del último asedio a los muros de la ciudad. Nosotros no pudimos franquearla en caballo de madera: ya habían leído el pasaje. Los caballos fuimos los guerreros, y también la madera, pero aquí estoy. No importa que ningún ciego lo escriba en 24 cantos perfectos: ya cumplo veinte años lejos del mar. Veinte años decidiendo a cuál de las costas iré.

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