A quienes no la conocen se las presento: con 11 años, mi sobrina Chanel es el ser más adorable de la familia.
Cuando vivía en Nuevitas y era más pequeña, Chanel era amiga de todo el barrio y no había maestro o chiquillo de escuela que quedara indiferente a su carisma.
Tampoco ahora que contra su voluntad vive en La Habana ha perdido el toque de los seres especiales. Hace tan solo unos días la visité y recordábamos la anécdota del piojo.
Porque por muy especial que ella sea, no puede librarse de esa eventual visita a su cabeza. Y, un día, Chanel atrapó entre sus uñitas aquel turista sin visa:
—¡Mira mami, un piojito...!
Sin embargo, inmediatamente lo devolvió a sus cabellos.
—¿¡Por qué hiciste eso, Chanel!? –le preguntó molesta la mamá.
—Es que, pobrecito, si lo dejo solo, seguro se muere por ahí.