jueves, 2 de diciembre de 2010

Genoma cubano

Algo aclarada por el mucho mar del viaje, África está en mi piel. Mi pelo sigue ensortijado de rancias pobrezas y también llevo tambores más adentro, en genes inquietos que justo a las menos cuarto arman su propia rumba aunque las piernas se finjan desentendidas. A veces, cuando un conflicto tiene más flictos de la cuenta, el cimarrón que duerme en mi cabeza abre un ojo y busca el hacha de guerra que algún abuelo distante enterró por ahí. Por fortuna no aparece y el negro sigue su sueño.
 
Tampoco España me falta. Siempre ella, reclamando con zetas y pesetas su mitad de cubano, que es mucho más que la mitad de esta Isla que alguna vez se llevaron a pedazos para comprobar en Madrid que no podían armarla porque faltaba una pieza, una mínima pieza y no una pieza colosal: nosotros. España está, agonizando pero milagrosamente aún viva, en la lengua que maltratamos cuanto podemos — ¡y mire usted que podemos! — como vengadores verbales de indios exterminados con cruces de acero y espadas divinas. Hispanos son el gemido de gaita y la cintura de guitarra que adornan a cualquier mujer, la sonrisa estacionaria como escudo de almas y la rústica navaja que por desdicha no acaba de jubilarse.
 
Es cierto… mis antepasados fueron bastante calientes, si bien no tanto como prometen ser mis antefuturos. Miremos las fotos ya amarillas: aquí cualquiera tiene trepado en su árbol familiar un culí chino, un lord inglés o árabe príncipe, un pariente holandés o un tío de Tierra del Fuego que cruzó encendidas epístolas con una esquimala que no estaba nada mala… según él.
 
Pero en espíritu los cubanos somos sobre todo hindúes: si algo coincide en nuestra cadena de moléculas, si un rasgo torna común el genoma a cada uno, si un cuño nos marca los cromosomas como medio básico del país, es el respeto cuasi ancestral, la adoración impoluta, el casto suspiro, la inapetencia vestal, el platónico amor… hacia la carne de vaca.          

6 comentarios:

  1. Sí Milanés, describes exactamente al cubano, pero lo haces además de con precisión, con la gracia que invita a leer y al final de la crónica... la nota humorística de la carne de vaca, y es que el nivel de acceso a esta proteína también puede dar status, decir a qué clase social pertenecemos, y es que así de distintos y de risiblemente diferente somos los cubanos, un abrazo y sigue deleitándonos,
    Magalys Chaviano

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  2. Gracias, Magalys, por visitar mi ciénaga. Estás invitada a "comer" otros post. Es lo que tengo en mi mesa. Nos vemos.

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  3. Genial es su anonimato. Reciba mis públicas gracias.

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  4. Milanes, bravo -soy andaluz, y ese vocablo se lleva en el oído- muy buen artículo. Esa forma de decir las cosas con doble sintaxis, doble sentido, vocabulario susceptible de variadas interpretaciones, etc., etc. me encanta porque lo haces muy bien y porque es un estilo de escribir, de expresión que me va. Sé de qué te hablo si te digo que como la mujer cubana -el gen femenino afro-hispano-cubano - es inconfundible e inapelable. De todas formas no podemos olvidar el gen autóctono -taíno, por ejemplo- y no por desplazar al hispano, sino porque está ahí. Así además no damos la razón a los hispanos hispanófilos que siguen pensando que vds. andarían aún con taparrabos -¿y las féminas?- y adorando a feos ídolos de no ser por el descubrimiento español. Un abrazo fraternal, amigo.

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  5. Juan Bautista: Gracias por su comentario que es todo un análisis. No sé si mis textos lleguen a lo que usted refiere, pero trato de respetar a quien lea estas notas, pensando cada letra y cada palabra. Gente como usted lo merece. Nos vemos.
    Otro abrazo.

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