lunes, 6 de diciembre de 2010

Una casa

Dos amigos y medio están tan contentos que no caben en su casa. Sí, en su casa. Hasta hace unos días tenían que acomodar sus incabencias en casa ajena. Y si malo es no caber, imaginen ustedes lo que es no tener siquiera un sitio nuestro que nos quede propiamente estrecho. Pero eso es ya Historia Antigua. Ellos llegaron, unidos, a la poco accesible Edad del Techo.

Yo, que en otro momento hice un largo doctorado de intemperies, entiendo como pocos la alegría de Leo y de Daicar, que por primera vez abrieron una puerta que es su puerta con una llave que nadie les prestó. Ya tienen una casa que por su entrada mira al sol y alienta por su patio los anocheceres.

Tiempo al tiempo: muy pronto aparecerán por aquí y por allá esas trazas chapuceras que los constructores cubanos, tan cariñosos como son, dejan a propósito para que los inquilinos, entre tanta felicidad, no los vayan a olvidar. Entonces seguramente Leandro mencionará hasta a las dulces abuelitas de aquellos albañiles, pero entre recuerdo y recuerdo la vida seguirá en ese castillo de cuatro paredes.

Y tal vez una noche fría de un invierno como este, ella y él se excedan en cariños hasta el punto de agregar (en un hermanito) la mitad de tamaño que le falta a su Claudia. Entonces, quizás, algún día escribiré: Tres amigos están tan contentos... 

5 comentarios:

  1. Gracias, mi amor, tú genial como siempre... y como siempre pendiente de nuestras nuevas buenas y de nuestras malas para darnos la mano y el corazón. Cuando yo tenga mi blog, ya había planeado publicar ¡Yo, Claudia!, ese regalo maravilloso que nos diste cuando nació Lulú; ahora tendré que agregarle Una casa, que nos ha dando tanta alegría como el techo y las paredes.

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  2. Ah!, se me olvidaba, ya sabes que serás el primero en saber si nos excedimos en cariños una noche cualquiera, y prepárate, que ya sabes cómo es ser tío de un fruto nuestro.

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  3. Bueno, me hace feliz que te agrade este pequeño "mueble" que les regalé y mucho más que ya sepas dónde colocarlo.

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  4. Yo más que la casa archi-soñada y mucho más merecida, lo que le envidio sanamente al casi trío es ese pedazo de amigo que es Milanés. Gracias Mila por regalarnos tu talento cada día.

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  5. Por fin te decidiste a visitarme. Repite. Puedes venir sin elogio: no se cobra la entrada.

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