viernes, 11 de marzo de 2011

La muerte y el muchacho

No es cuento de camino: se puede dejar atrás la muerte. Terry Fox lo hizo casi todos sus días. La muerte, que no lleva pulmones, se sofocaba y tenía que parar a cada rato. Terry la miraba de soslayo y corría, corría. Entonces la muerte le llevó una pierna de un tajazo, pero el muchacho supo hacerse otra de metálico coraje; total… él no se impulsaba con las piernas, sino  con una rara extremidad que desde el pecho alargaba sus horas ante el respeto canadiense de los hombres.

Nació Leo, pero a los 19, cartas médicas le dijeron que era cáncer. En seguida se propuso escapar de esa constelación maligna y llevarse con él a unos cuantos condenados. Su horóscopo fue la lucha: creó esperanzados maratones que Filípides —el griego finalmente caído a manos de la fatiga— no soñó jamás, y cuando se cansó de cansar a la Parca se fue un día de este mundo, tranquilo, con apenas 22 años, para ayudarnos a trotar a lomo de la esperanza.

Ahora hay millones que corren con la misma extraña extremidad de Terry Fox mientras la muerte, extenuada, recuerda con rabia a aquel muchacho que la ha obligado a correr. Por toda la eternidad.

8 comentarios:

  1. Compadre en una ocasión un coterráneo tuyo me habló de tu blog pero la premura me impidió degustar tu esquisita prosa llena de imaginación. Oye, he sido mordido por el caimán, pero como no tiene muela no siento dolor sino placer. Gracias por crear y compartir tu creación. Saludos.

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  2. Gracias a ti, Arnaldo. Aquí me tienes, en efecto, como un compadre, como un amigo.

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  3. Precioso el post, aunque quizás un poco triste, me hace recordar a un amigo que perdió la apuesta contra esa temible constelación, tenía apenas 10 años y no sabía jugar.

    Sin embargo, te leo y la esperanza vuelve a mí, hacen falta muchos mas Terrys en este mundo.
    Y muchos más caimanes que nos lo recuerden.

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  4. Gracias, Mar. Es cierto que es un poco triste. También yo tuve un amigo Terry, que perdió su carrera a los 15, en pleno preuniversitario, aunque él si supo correr. Me satisface que me leas alguna que otra vez; a menudo uno respeta lo que hace por la genete que lo lee. Aunque no lo sepas, leerte me ha devuelto también más de una esperanza, así que estamos a mano. Mi caimán siempre estará cerca del mar.

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  5. Rafael o Alfredo, ¿qué más da.?15 de marzo de 2011, 19:36

    Hola profe, apenas un chance en la Universidad con esto del Internet y busco su blog, porque no se, pero tiene esa fuerza atrayente que obliga a seguirlo. Yo no tuve un hermano Terry ni un amigo del mismo nombre, pero conozco un Rafael con las mismas ganas de vivir que Terry y sus líneas me dan el alineto que en el día de hoy necesitaba para volver a empezar. También conozco desde hace menos de un mes a un Alfredo y este quiere escribir, y aunque a veces los errores gramaticales u ortográficos le pisen los pies trata de levantarse, pues le aseguro que es tanto lo que quiere escribir, lo que pasa por su cabeza que no existen errores capaces de disminuir su fuerza. Un abrazo.

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  6. Rafredo:
    Todos somos Terry alguna vez, o corremos, o sufrimos la carrera de seres queridos, pero lo importante es seguir adelante buscando la meta. La escritura es, te lo aseguro, un impulso importante para no detenernos. Un abrazo.

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  7. No es solo a veces Enrique, tiendo a visitar tu caimán a menudo. Los comentarios son los que escasean, muchas veces me dejas sin palabras.

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  8. Me ayuda igual. Prometo escucharte tus silencios.

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