martes, 12 de abril de 2011

Azuquita

Las malas lenguas, por largas leguas, dijeron siempre que ella era la candela, puro fuego, el acabose mismo. Y en honor a la verdad he de recordar que sus ojos no hacían mucho por sugerir lo contrario.

Vaya… que parece que era devota del viejo oficio en esos ’80 en que la pureza todavía prometía algunos premios. Según se mirara, según se entregaba, resultaba una precursora rotunda o una heredera tardía; una solitaria, por esas fechas.

Pero así y todo, ella fue el gran amor de mi tío Mario, que murió un montón de años después, soltero a los noventa y pico, tal vez con su sexo rendido solo frente a la cama violenta de aquella puta.

2 comentarios:

  1. Wao... genial este post.
    Preciosa la historia de amor, aunque quizás un poco triste.
    Me alegro por tu tío Mario, que tuvo un gran amor.... y seguro un buen sexo.

    A veces las malas lenguas solo incentivan el deseo.

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  2. ¿Sabes, Mar? Mis post pueden ser tan malos o regulares como la vida, pero cuando los comentas siento que se completan, que les pones unas oraciones que los mejoran o los confirman. Gracias por eso.

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