Hay días en que, con su único ojo, los ciclones observan hacia abajo, en que algún tornado torna su mirada, en que los relámpagos alumbran mi morada y los truenos simplemente carraspean… y todos ellos, al verme, se espantan y se esconden:
—Puede que haya una gran tormenta.
No has oído?... yo te cubro... cuando te leo las olas se aquietan y ningún ciclón se atreve a importunarme.
ResponderEliminarYa con eso me siento seguro. Te invito a que cambiemos juntos el pronóstico del tiempo.
EliminarTú˙te encargas de las lluvias en la tierra y yo de las lágrimas de sal.
EliminarMe parece justo. Un beso.
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