jueves, 13 de enero de 2011

El balcón indiscreto

¡Ya llegaron! Se ven tarde a tarde, a la sombra furtiva de aquel flamboyán. ¿Tendrán trece o catorce…? ¿Quién lo sabe? Tal vez ellos mismos olviden sus años en esos minutos de cortos segundos y lenta magia en que él se aproxima y ella esquiva, en que él se retira y ella incita, en que cada uno piensa en la forma rotunda, despiadada —si hace falta, asesina—, implacable manera de conquistar al cada otro.

Yo, que tengo buenos ojos para la siembra, he visto que algo ha nacido de esa semilla enterrada por cuatro manos que prometen fundirse de tanto abrazarse, de plantarse así con fertilidad no se sabe si ingenua o descarada. 

Desde mi piso he visto a la zozobra naufragar en el amarillo mar de sus uniformes, cabalgar la angustia en la espera que expira y arder en par de rostros el rastro nada policiaco del primer rubor.

Como un hombre de Hitchcock tras curiosa ventana, yo sé demasiado y tengo mi psicosis, yo he contado, lleno de vértigo, 39 escalones y soñé un que otro crimen con mortal perfección.

En mi set que no es Hollywood ya yo he sido detective privado, galán irresistible, trajeado fumador, o quizá un revoltoso, un tipo de diez whiskys, un serio jodedor. Espía de tres frentes, certero pistolero… un chico de los duros que en un atraco raro, ausente en el guión, se emociona al mirar cómo dos adolescentes, dos extras, dos mocosos, descubren a sus anchas lo bello del amor. 

2 comentarios:

  1. Mis respetos para mi escritor preferido, que intencionadamente le ha tomado prestadas algunas ideas a un muy querido trovador.

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  2. Mis respetos para mi musa de cabecera, que no necesita tomarle prestado a nadie.

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