martes, 1 de febrero de 2011

Los 15 de Florita

El padre, un hombre de gordos quilates, contrató sin regateos el cabaret más renombrado de la ciudad, puso en la mesa su obesa tarjeta bancaria para que lo dejaran en paz y siguió en sus negocios, timando almas en alguna parte.

La madre, ama de cosas, se ocupó de los detalles de la fiesta: entrevista con el coreógrafo, cobertura de imagen, tarjetas para las más que estudiadas invitaciones, revisión del buffet y compras accesorias, inspección del local, chequeo de tareas de cada empleado y el infaltable cotilleo de inteligencia sobre las celebraciones de la competencia —presentación en sociedad de otras niñas similares— para seguir subiendo, con billetes, la varilla.

Al fin llegó el onomástico. La fiesta fue todo un escándalo que quedó registrado en disímiles formatos y en cuanto soporte pudo soportarla. Los anfitriones derrocharon miles en la siempre amigable moneda enemiga, sin embargo no era de eso de lo que hablaban los rumores: la mayor parte de las muy plásticas madres y de las volátiles amiguitas discutían en plena velada cuál de los quince novios conocidos habría desflorado a la bella Florita un día ya lejano de la secundaria básica.

6 comentarios:

  1. Genial, amigo mío. Conozco gente que tuvo sus 15 hace no tanto y ya ni miran las fotos. Ni el costoso video filmado a 10 mil y tanto...por cierto, en los videos de 15, los padres, no sé porqué, siempre tienen cara de sufrimiento...debe ser por el dolor..del bolsillo.

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  2. Así, mi anónim@ amig@: mi idea del tema es que hay padres que se ocupan en demasía de las frivolidades materiales y no les garantizan a sus hijos lo principal: que sean niños o adolescentes en la etapa en que deben serlo. Hay muchos padres que, en nombre de lo material, incineran en sus muchachos todo vestigio de inocencia.

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  3. Dentro de unos años (poquitos) volveré a cumplir mis 15, los que espero celebrar como los primeros, sin vals y en un club francamente familiar, con mis amigos. Gracias a que faltaron inciertas tarjetas hoy me libro de darle crédito en mi vida a esas tristes realidades, aunque me asuste este mundo de la imagen que amenaza y consume.

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  4. ¡Qué buenos 15 los tuyos! Veo que, asustada y todo, tienes un hermoso plan para tus 30. Ojalá muchas niñas de esta época aprendan de tu sabiduría.

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  5. A veces es mejor celebrarlos con amig@s, salir por ahí y pasarla bien, en una casa en la playa, en un campismo... en algun otro lugar.
    Fotos, bueno, pues eso si, es lindo volver a los recuerdos cuando se tienen otros años.

    Lo ideal es que cada quien viva su sueño, si preguntamos a las niñas, todas quisieran celebrar sus 15. Los 15 son como las bodas, no son indispensables, pero son tradiciones, y a veces se tiende a mantener las mismas, aun cuando no sean necesarias.

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  6. También yo creo en las tradiciones, en las fotos y en los sueños. ¿Qué seríamos sin ellos? Solo que a veces siento que los padres (nunca las jovencitas, por supuesto) defienden con esas fiestas más su imagen pública que los deseos de sus muchachas. Claro que no puedo tener experiencias personales al respecto, en cambio me atrevo a opinar: para atestiguar en buena compañía ese momento cumbre de belleza y juventud no hace falta tanta hojarasca.

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