lunes, 5 de septiembre de 2011

Controversia

A menudo presumo de ingeniero de almas, me pongo mi overol de agradecer y me enfrasco en dar una mano, y dos, a alguien que me merece. Esa noche caminaba cansado y satisfecho de regreso a casa, después de ayudar a una familia amiga a cambiar parte del techo de su hogar. Con leve cojera, cargado de lluvia y con todas las vértebras desvertebradas, tenía que resolver con caminata lo que un transporte invisible no me iba a solucionar. Despacio, pasaba y pensaba hasta que, cerca de un parque, los vi.
 
Tendrían entre 9 y 11, o algo así. Contaban, cantaban. Se buscaban y perdían. Ora se parapetaban tras un árbol, ora salían corriendo como rayos. A veces concordaban y a veces discutían. Reían mucho, reían siempre.
 
Sin pretenderlo, sin conocerme, sin enterarse, le fabricaron a mi cara la mejor sonrisa de esa jornada: verlos jugando a los escondidos me reencontró con mi escondida esperanza en la sobrevivencia de esa especie rara y valiosa que los más sabios llaman infancia.
 
Entonces, con lupa en mis ojos, estuve feliz de contradecir al pesimista que llevo afuera, estuve contento por llevarme la contraria y sacarle la lengua, en mi burla mejor, a este yo tan terco que creía que los videojuegos habían matado la última virginidad de alma.

7 comentarios:

  1. Mial, gracias por atrapar y compartir tan bien una experiencia también mía, y creo de unos cuantos más que hemos tenido sonrisas y hasta un levantón duradero de ánimo, gracias a los niños.

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  2. Disculpa, pero es que ya no puedo dejar de leerte nunca, y menos de decirte, con temor a que te canses, que estoy perdidamente enamorada de tus letras, un besi

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  3. ¿Que te disculpe por leerme, Melissa? ¡Por favor...! Disculpa tú que yo no sepa agradecerte como te mereces. Un beso.

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  4. Rogelio, eso que cuento y cuentas son alegrones que de vez en cuando nos dan los sabios enanos. Por fortuna, ellos saben más que nosotros.

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  5. Así mismo saben más que nosotros y son más hermosos, a lo mejor parte de su hermosura es ese saber, hijo de la inocencia.

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  6. Extasiada en tu mar de letras, almas, infantes, alegrías, optipesimismos, y qué se yo cuántas pasiones humanas...

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  7. Siempre satisface mucho saber que estas letras aterrizan en par de ojos hospitalarios. Gracias por eso.

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