Hasta esta fecha, nadie ha lamentado el naufragio y la muerte de los millones de microorganismos que viajaban, sin fiestas ni champaña, en el iceberg de segunda impactado por el Titanic.
Por eso eres un salvador de primera, un caballero ajeno a estos tiempos de asfixia, y siempre vienes -eso es lo mejor- a rescatar a los que nadie recuerda. Un besoooooo...
Y era como para lamentarlo desde aquella noche: quizás aquellos microbios gélidos, por su candor, merecían más ser llorados por años y años. Pero no: los hombres, incluidos los fabricantes de malos barcos y hasta los que sin recursos literarios le ponen clase a los iceberg, “omiten” que aquellas miasmas líquidas viajan todavía en el torrente que les trae, hasta la fecha, el canto de los violines. Sin embargo ellos, por omitir, no oyen. Afortunadamente lo tenemos a Usted, Enrique.
Amigo, celebro tu buen humor que caracteriza este post, pero sería bueno, o al menos interesante saber qué opinan los parientes de aquella gente que hace guardia en el fondo del océano transformados en finas partículas de arena o desechos antiguos de peces que ya no existen.
Amigo José: Es una pregunta difícil. A los parientes el Titanic tiene que dolerles cada día. A mí también, aunque a veces me pare en su cubierta a mirar la tragedia desde otros ángulos. Un abrazo.
Por eso eres un salvador de primera, un caballero ajeno a estos tiempos de asfixia, y siempre vienes -eso es lo mejor- a rescatar a los que nadie recuerda. Un besoooooo...
ResponderEliminarGracias, Melissa. Recuerda que siempre tengo mi cuerda lista para cabalgar hasta Cienfuegos y trepar tu balcón a rescatarte. Un beso medieval.
ResponderEliminarY era como para lamentarlo desde aquella noche: quizás aquellos microbios gélidos, por su candor, merecían más ser llorados por años y años. Pero no: los hombres, incluidos los fabricantes de malos barcos y hasta los que sin recursos literarios le ponen clase a los iceberg, “omiten” que aquellas miasmas líquidas viajan todavía en el torrente que les trae, hasta la fecha, el canto de los violines. Sin embargo ellos, por omitir, no oyen. Afortunadamente lo tenemos a Usted, Enrique.
ResponderEliminarNo, las gracias a usted, por completar con su mirada esta estampa. Satisface mucho cuando una nota, por loca que sea, tiene eco en ojos inteligentes.
ResponderEliminarAmigo, celebro tu buen humor que caracteriza este post, pero sería bueno, o al menos interesante saber qué opinan los parientes de aquella gente que hace guardia en el fondo del océano transformados en finas partículas de arena o desechos antiguos de peces que ya no existen.
ResponderEliminarAmigo José: Es una pregunta difícil. A los parientes el Titanic tiene que dolerles cada día. A mí también, aunque a veces me pare en su cubierta a mirar la tragedia desde otros ángulos. Un abrazo.
ResponderEliminarCelebro tu buen humor, tu forma de narrar, soy seguidora de tu blog. Un abrazo desde oasisdeisa.wordpress.com
ResponderEliminarGracias, también me he asomado a tu espacio familiar. Un saludo desde Camagüey.
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