sábado, 15 de noviembre de 2014

Calle Dolores


Estaba en una parada en la calle Dolores, en Lawton, y una viejita sentada a mi lado, a todas luces adolorida, se paró de momento y me rogó:

—Pásame la calle, que estoy ciega, y llévame hasta la otra esquina.

Claro que la conduje. Todo canas sobre su cuerpo de ébano, parecía un venerable piano de cola, apenas sin música. Fácilmente pasaba los 90. Caminamos despacio, a su paso, y el trayecto fue todo lamentaciones: su vista perdida, su asma constante, su ardor de estómago, su soledad… Tal parecía que ya sabía que no precisaba más para conmoverme.

Sorteando obstáculos llegamos a su esquina y, en lo que yo le describía el tramo que le esperaba, ella pidió otra cosa:

—¿No tienes dos pesos que me des?

Busqué en mis bolsillos. En menudo, no pasaba de peso y tanto.

—No tengo así –le expliqué mientras pensaba cómo cambiar para darle poco más del doble de lo que pedía.

Entonces, un par de vecinas que veían la escena mientras regaban sus plantas me alertaron:

—Tú verás... en un rato vuelve a la parada a hacer lo mismo. No le des nada, que está fingiendo.

En principio, la viejita controló su carácter y se limitó a defender su autenticidad, pero a medida que la denuncia de las mujeres avanzó, una energía insospechada recorrió todo su cuerpo hasta concluir en espetarles:

—¡Chivatas, no se metan en lo que no les importa…!

Aun le puse la mano el hombro y le aconsejé tuviera cuidado en el camino. Volví a mi parada, derrotado. Entre miles, una de mis ingenuidades es que nunca espero trampa de los ancianos. Y no me pesa.

Tal vez ahora mismo la viejita repita en la misma parada su tour mañanero, pero ningún tropiezo hará que mis manos dejen de conducir al que tiene ojos opacos o de buscar los últimos pesos que me queden y regalárselos a alguien para estrecharle al mundo cualquier calle Dolores.

8 comentarios:

  1. Triste historia, pero no podía esperar menos de lo que hiciste, hacer el bien nos reconforta ese sentido de solidaridad que llevamos por dentro y siempre soñamos que no sea traicionado, saludos

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    1. Saludos también. Y gracias. Es importante que esos eventos no nos nublen el alma.

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  2. Ay Kike... cada vez van quedando menos almas buenas en el mundo.

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    1. Bueno, Mar, pues yo cuento con la tuya hasta el último inventario.

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  3. Preciosa la historia, preo mas precioso el corazon tan humano que llevas..saludos de un cubano que vive en miami

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    1. Gracias. Saludos también para ti de un cubano que vive en Cuba pero aprecia al buen ser humano donde sea que esté.

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  4. Hola Milanés, me alegra poder volver a leer tu blog que me conmueve y me hace reir en ocasiones, ya estoy de regreso al trabajo. Lindo post, tú donde estés tan humano como siempre. Saludos

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    1. Gracias, Liset. Tu visita y comentario me han hecho mejor la mañana. Quiero mucho bien para tu familia, especialmente para tu niña. Tú donde estés, tan dulce como siempre. Un abrazo.

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