A inventar no hay quien nos gane. ¿La efectividad del
invento? Bueno, eso es otra cosa. «Vengo de allá de la ciénaga», les confieso
parodiando al poeta, y en mi tierra de origen, que quiero tanto y que a veces
también me corresponde, descubrieron un día que los CVPs —miembros del Cuerpo
de Vigilancia y Protección de empresas y establecimientos diversos— no hacían
del todo bien su trabajo.
Resulta que los insomnes guardianes cerraban las puertas y
se acostaban a dormir a pierna suela en el sofá más cómodo que encontraban. Y los
ladrones, delicados como son los ladrones cubanos, tenían el cuidado de no
despertarlos mientras hacían su incomprendida labor.
Bueno, para no aburrirlos, les cuento el final: alguien tuvo
la genial idea de crear un equipo de guardia que chequeara al CVP, o sea, una
guardia que le hiciera guardia a la guardia. Esta guardia también podía
quedarse dormida o algo así, de manera que yo, que ya no estoy cerca, tampoco
estoy seguro de que no hayan inventado otro mecanismo para controlar la segunda
línea de combate.
Una amiga mía tuvo una experiencia más directa. A la vista
de una construcción que se levantaba, ella quiso, en broma, probar a un CVP.
—¿Cómo consigo una de esas tejas? –preguntó en un susurro la
mujer.
—Yo quisiera «ayudarte», pero ya no se puede. Aquí
resolvíamos hasta que pusieron a los azules y nos trancaron la jugada.
En efecto, mi amiga conversaba con un CVP «carmelita» —por
el tono de su uniforme—, sin embargo, como la probidad de ese color se puso en
tela de juicio, otro sesudo decidió colocar allí un cuerpo de CVPs «azules»
cuya misión esencial era vigilar a los «carmelitas». ¿Quién sabe si a esta
altura hayan incorporado otro color?