Alguna vez escribí de ellas. Expliqué entonces cómo a cada rato me rescatan. Sin embargo, para variar y hacer lo mismo siempre, Leydi, Marian y Nyliam saben también las técnicas de un buen secuestro.
Lo acaban de hacer. Yo estaba en casa, recién relegado (fíjense que relegado es más o menos lo contrario de delegado) de otro evento por el egoísmo de las tantas mismas veces, y ellas tres (juntas no para abusar sino para acabar rápido con mis fantasmas) me abdujeron hasta allá a puro pensamiento. Entonces resultó que, como la jurásica mascota del viejo Monterroso, estuve allí justo donde no se supuso que estaría.
Esa fue apenas su travesura del comienzo: en medio de una velada dedicada al baile, las intrépidas acapararon un teléfono para coser de nuevo los cristales de mi noche. ¡Ay de quien quisiera quitarles el auricular! Son conocidas las inclinaciones asiáticas de Nyliam, las destrezas de Marian en judo y la tendencia de Leydi a empuñar una botella con filo cuando algún virtual conflicto lo merece.
Hay más: L, M y N me enviaron El cochero azul, un libro de Dora Alonso que por alguna razón se me escapó en la infancia, y me piden a mí, cochero silencioso, que desande con ellas la autopista de los sueños, que sea ola y trafique botellas de cariños. Yo no me sometería a tal peligro, pero qué voy a hacer si me sobornan con besos XL y abrazos infinitos.
Al pescante del coche cuelgan un contrato: se comprometen formalmente a ser tres mosqueteras y me ofrecen a mí, usual desempleado en estas cortes, ocupar la plaza de novato, nada menos que el codiciado puesto de Dartagnan. Al pie del papel, sus firmas y el espacio para asentar la mía.
Yo leo y doy gracias a quien sea que esté a cargo allá arriba por compensar cada gesto sucio con una gran grandeza. Yo leo y releo sus notas, desentraño sus caligrafías de niñas buenamente sabias. Yo pienso dónde ubicar este monumento de límpida amistad para rendirle tributo en cada aniversario cada día.
Como si llegara a palacio con la joya precisa de la reina, estoy sumergido en todo eso, armado con un bolígrafo que parece fusta celeste de cochero, espada de salvador de honras. Yo pienso, triplemente satisfecho. ¿Qué creen que voy a hacer con semejante arma…?
Por eso las quiero tanto, (a Mar también aunque aún no la he visto nunca, pero si Ley y Ny la quieren ya me basta) porque son personitas especiales que andan por ahí, alegrando al mundo, enseñándonos cómo ser mejores amigos :) Dichoso es usted, Enrique, por tener a su disposición semejantes mosqueteras :)
ResponderEliminarYai... por acá también se te quiere... una lástima que no hubieses podido estar presente este fin de semana.
EliminarYay:
Eliminaryo te extrañé muchoooooooooooo :(
pero también estuviste, como lo estuvo Enrique, porque te pensé, te extrañé, y hasta mandé a Mima a llamarte para saber de ti :)
Yaíma:Parece que nos pasa lo mismo con las tres, incluida Marian, que es también para mí una buena por conocer. Sé que con esas mosqueteras se asegura cualquier reino. Gracias por llegar por aquí.
ResponderEliminarTú mereces todas nuestras letras, todas nuestras sorpresas nocturnas... Con el arma azul y silenciosa tendrás que defendernos, Dartagnan. Otro abrazo infinito.
ResponderEliminar¿Las merezco de veras? Pues eso no es nada: haré cuanto haga falta por merecer más. Un abrazo.
EliminarEnrique... tú, además de caimán, eres un sol.
EliminarTodas las cosas buenas son pocas para abrazarte.
Mar: Hace minutos L y yo hablábamos de ti y de N. Cosas malísimas, por supuesto, que tu comentario acaba de reafirmar. Un abrazo.
Eliminarjaja, y tú crees de veras, Enrique nuestro, que N y M van a creerse eso de que tú y yo hablábamos cosas malísimas de ellas?? :) vamos, eso nadie, ni siquiera las personas malas se lo creerían (porque las personas malas que te lean este post, saben que las tres mosqueteras y Dartagnan se cuida, se protegen, se quieren....y ahí no cabe la maledicencia)
EliminarLa carta perdón...el documento legal, ;) el dibujo a mano y el libro dedicado por las tres mosqueteras es una marca de hermandad: uno para todos...y todos para uno!!
Leydi, yo tampoco pensé que lo creerían, pero siempre es bueno provocar las neuronas de pensadoras tan especiales como ellas. Mar y yo hemos tenido recientemente una larga sesión de filosofía. Guarda otro abrazo mío en tus botellas.
ResponderEliminarMila, también el alfabeto garantiza para ustedes la continuidad del afecto mutuo que correo por la línea (E, L, M, N), claro, relegando letras intermedias entre tú y ellas, o mejor dicho, delegando esas letras a otra parte. Siempre hay un amigo cómplice en cualquier lugar, siempre alguien nos espera y nos quiere, aunque otros crean lo contrario.
ResponderEliminarYanetsy: Has dicho algo muy grande de una forma muy bella: siempre alguien nos espera y nos quiere. ¡Qué suerte la nuestra! ¿Verdad? Gracias.
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