Por teléfono, una amiga que no conozco me habla de Cascorro. Yo no he vivido la experiencia todavía, pero se dice que en ese pueblito camagüeyano la gente acostumbra enamorarse lanzándose piedrecitas.
Desde niño escucho las historias. Y cada vez que veo a una mujer hermosa con una pequeña cicatriz, me alumbra la certeza: “Esa pasó por Cascorro”.
Aquí, en confianza, debo reconocer que tengo mis ansias de poder. Hubiera querido hacerme diputado en las recientes elecciones. Diputado por Cascorro, claro está. Mi primera propuesta sería una Ley que prohibiera barrer las calles de Cascorro: sería un crimen que se ponga a la vista una belleza y uno no encuentre cartuchos para conquistarla.
Qué va, Mila, yo no te hayo a ti tirando piedritas ni a la más bella musa. Con lo caballero que eres!!!! uff qué va jajajajajaja. Pero me parece bien lo de no barrer Cascorro, siempre que la piedra se lance por amor está justificada. Por cierto... en Cascorro los 14 de febrero... ¿habrá lluvia de meteoritos?
ResponderEliminarBueno, María, pues súmate a la campaña "Cero escobas en Cascorro". Podemos hasta hacer un blog picapedrero para apoyarla.
ResponderEliminarmuy buena pequeña historia, anécdota quizás, vale un montón por su pureza y romanticismo
ResponderEliminarGracias, José. El mérito es de esos pueblos pequeños que siempre tienen grandes historias.
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