miércoles, 27 de febrero de 2013

Mosqueteros

Pudieron ser otros; esta vez fueron Lima y Oscar. Nuestros primeros estrechones de manos se pierden, y aparecen, en los lejanos ’80. Eran otro siglo y otra Era y, matancero uno, espirituano el otro, camagüeyano yo, coincidimos en la muy noble y modesta Universidad de Oriente.
 

Santiago de Cuba nos unió con hilos poderosos. No se ven las costuras, pero algo fuerte nos ata como para hacer que nos busquemos a esta hondura de nuestras vidas. Tales puntadas marcaron dos caminos hasta el Yaguajay de Oscar: yo viajaba desde mi llana ciudad; Lima, desde Caracas, “vía” su natal Perico.
 

Porque Luis Lima, el rápido de Perico según la muy naif crónica deportiva de Becas Quintero, se enamoró temprano, en esos ’80 en que Cupido parecía menos arrogante, de una hija de Venezuela. Y allá se fue a vivir poco después el matancero amigo.
 

No hace falta decir más, quizás apenas aclarar que la versión mejorada de su billetera no le mareó las brújulas del alma. Y que de año en año regresa y pacta encuentros con los ex muchachos del aula.
 

De Oscar apuntaré poco: siendo sin dudas el fotorreportero más pequeño de Cuba, asombra que pasados los 40 no deje de crecer. La nobleza interior que por décadas amenazó estallar su cabeza, optó por ensancharle el vientre, mas no puede frenar las correrías de imágenes que el gigante repite con bolsa de Meñique por toda la Isla.
 

Nos encontramos y me alegró más que fuera en Yaguajay. No puedo explicarlo, tampoco hace falta, pero sigo creyendo que tengo en algún sitio de mi laberinto genético algún gen de Sancti Spíritus. Pese a los años que, como troncos, el tiempo tira al medio entre amigo y amigo, volver allí es siempre para mí llegar a casa. No importa el asunto al que vaya ni las horas que tenga: el grupo siempre  renueva mi militancia espirituana.
 

Allí, Lima y Oscar actualizaron afectos que ayudan a esperar el mañana. Más dispares por fuera que Athos, Portos y Aramís, mucho más, formamos una intercambiable tríada de mosqueteros que puede completarse con D’Artagnanes espirituanos, camagüeyanos, tuneros, granmenses, santiagueros, villaclareños, avileños…
 

Varios estudiantes de aquellos grupos de Periodismo pueden llegar y sentarse a hablar en son de hermano. Cualquiera de ellos puede salvar la honra de una reina si lo vale la reina y no el joyero. Muchos años después, frente al pelotón de envejecimiento, no me abandona la certeza: como Lima y Oscar, cualquier amigo de entonces aparece un día en medio de un peligro y nos recuerda juntando las espadas: 

—¡Uno para todos…!

12 comentarios:

  1. No he conocido otros como los amigos que forjó Becas Quintero, Santiago, en aquellos tiempos donde compartìamos latas de leche condensada con agua y limón, a cualquier hora, o unas pizas en El RAncho, juntando pesos y menudos. Son unos cuantos Portos, Aramíes y Athos..y aquí estamos. Gracias Milanés, y prometo en el próximo encuentro, haber reducido las libras de mi vientre, para poder defender mejor en tercera base los lances del derecho de Perico, Luis Lima, y tirar con certeza al mascotín de Borrego en primera base, desplazarme con más rapidez entre bases, adelantarme al tiro del estelar Jorge Luis Valdes Rionda o de Humberto, en fín, es como volver a armar a aquel gran grupo, donde solo la amistad, sana, guajira, y eterna es aún el más preciado cofre de riquezas.

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  2. Tú lo has dicho, gigante. La lista es larga, por suerte, pero nadie tiene que bajar o subir libras. Somos como somos. Lo único importante es que la virtud le gane al tiempo. Un abrazo.

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  3. Mila, qué bellas estas letras y qué bueno leértelas. Ahora entiendo por qué la cervical montó su alergia de regresos. Es que cuando se está con los amigos, con gente buena así, uno se siente al fin en casa. La amistad es el más tibio de los hogares. Debes escaparte más de vez en cuando y decir sí a las invitaciones de tus imprescindibles, fíjate, acá en este periódico te lo exigimos, porque también te queremos mucho y porque te queremos así de feliz siempre.

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    1. Sea, María, tendré que acatar más tu médica sugerencia. Unos pocos días entre amigos reales curan cualquier mal. Nosotros tres tenemos un buen puñado de hermanos en varias provincias. Y Sancti Spíritus ha sido siempre para mí un lugar especial.

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  4. Muy lindas estas letras. Muchas felicidades a los 3 por encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de los recuerdos. Saludos desde Sancti Spíritus

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    1. Gracias, Elizabeth. Vamos a ver cuándo paso por allá y coincidimos. Un abrazo.

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  5. Enrique, tú siempre tuviste un sello muy especial al escribir. No sabes la nostalgia que da leerte y la sana envidia de poder reunirse así con tantos buenos amigos.

    Yo solo he podido seguir por facebook la noticias de los viajes de Lima y los encuentros con ustedes porque mi periplo por el extranjero no ha sido muy afortunado, pero siempre he estado allí y algún día podré estar en uno de esos encuentros.

    Creo que eso (el gorrión) le pasa a todos los cubanos cuando salimos de la isla.

    Gracias por tu escrito, amigo.

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  6. Gracias a ti, Ponce. ¡Qué bien que reaparezcamos! Todos pasamos por gorriones; a veces no hace falta ir a ningún lado para sentirlos. Por eso anima tanto regresar a los amigos de la raíz, esos de cuando casi todos éramos más nobles y casi todo era más sano. Pues bueno, por Facebook o por otra vía podemos seguir en contacto. Será un gusto. Un abrazo.

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  7. Hoy 24 de septiembre de 2013 es que descubro esta hermosa crónica escrita por el único hombre que ha dominado un "Caimán sin muelas" para alimentarlo de letras, de tanta poesía y cariño.
    Yaguajay es mágico por muhas razones. Allí comimos a lo cubano en medio de una conversa interminable y gracias a la cocinera una médico que sabe donde colocar cada condimento. Las experiencias, los hijos, las estecheses, las bondades y la fe en el futuro... de eso hablamos.
    En el museo a Camilo Cienfuegos desempolvamos aquella quijotada de los rebeldes gracias al excelente trabajo de esa institución.
    Hasta alli volé para encontrar el centro de la semilla que la Universidad de Oriente colocó en nuestros corazones. Que se agiganta con el tiempo y la nostalgia de aquellos momentos vividos intensamente.
    Gracias enriquito, oscarito y Edel por sus palabras de afecto.

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  8. Gracias enriquito por domar a este Caimán sin muelas que alimentas con palabras y poesía salida de esa alma creativa que Dios te dio. Sin dudas los afectos se juntaron en Yaguajay esa tierra mágica que inmortalizó al más rebelde de los barbudos y a la vez al mejor amigo.
    Fue una medio dia-tarde hermoso, lleno de anédotas y de historias particulares necesarias para ubicarnos respecto al tiempo cronólógico.
    Gracias Oscarito, enriquito, Edel por su noble y sincera amistad que amenaza en convertirse eterna como los personajes de esa obra inmortal Los trs mosqueteros de Alexandre Dumas. Un abrazo para la familia. Ya estoy pensando en la próxima vez. Le toca a Edel, nos veremos la próxima semana en algún lugar de este mundo. Un abrazo y el cariño de siempre. Luis Lima y familia. Carcas, venezuela.

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    1. Lima: Siempre es un placer escribir estas cosas porque es decir la verdad. El tiempo y los escenarios no nos han cambiado. ¡Qué bueno poder decir eso! Recibe un gran abrazo, para ti y la familia.

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  9. Yo se por qu´`e volví a las mágicas cróncias de mi amigo, de mi hermano, Enrique Milanés. Ya, por esta facha, sumásn 26 lso años de la despedida de aquella, nuestra Universidad, sí, de Oriente, y a buena hora. Becas Quintero, alborotosa, tranquila, cálida..y los mosqueteros que alló unimos más que espadas. Vuelven hoy a la memoria, cuando el tiempo se escurre entre las aguas primaverales, y un Sancti Spíritus agitado, por su 26, trae de la mano a los amigos de siempre. Qué bueno poder reanimar los recuerdos, las memorias; y a brindar.Todos.

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