Que Facebook no aprende nada, como no aprende Yahoo. De un tiempo a esta parte, ambos sitios persiguen mis aperturas con un llamado: “Añade tu número de teléfono para proteger tu cuenta y mucho más”. Al leerlo me molesto un poco, pero en seguida se me pasa el berrinche y acudo a un botón salvador que colocan abajo, a la derecha: “En otro momento”.
No obstante, yo sé que en ningún momento habrá otro momento. Ni Yahoo ni Facebook me dan un espacio para explicarles que no tengo teléfono móvil ―o celular, que para carencias el nombre da lo mismo― ni voy a tenerlos. Jamás podré pagar lo que cuesta el aparato, lo que cobran por la línea, el importe de la recarga, lo que pesan los minutos. Jamás llegaré siquiera a comprender los mecanismos del atraco.
No me extrañaría comprobar que la mayoría de los que accedemos por alguna vía a la Red no tenemos billetes para un móvil, o que la mayoría de los que llegan por algún atajo hasta el móvil ni se acercan a la Red. Pero bueno, es fácil percatarse de que Facebook y Yahoo saben poco o nada del cubanísimo chiste de la compaginación de la lista con el billete.
De tal suerte, Facebook y Yahoo, esos tozudos muchachones virtuales que se pasan la vida retozando on line, como si no tuvieran más que hacer, insisten hasta mi cansancio. A veces quisiera decirles que no quiero un móvil: no me interesa un teléfono que me incite a callar. Sin embargo, así como está no nato y muerto mi diálogo con la susodicha telefonía, se ha cortado mi comunicación con estos sitios de la web. No me dejan defenderme; entonces, hasta el infinito y más allá seguiremos jugando a que ellos me invitan a añadir lo que no tengo y yo, todo educación, declino responderles a la cubana, cual haría, por ejemplo, la docta Juana Bacallao, y les susurro como lord inglés: “In another time”.
Pues si quieres te dejo mi celular un ratico... para que te vayas acostumbrando a la tecnología. No siempre son malos, con ellos conozco a varias letras que le sacan sonrisas a caimanes.
ResponderEliminarGracias, Mar, sé que lo ofreces con afecto y que por ayudarme quedarías un minuto sin teléfono, pero si lo tienes tú y te ayuda a escribir brisas, ya está bien. Es cierto: el caimán aprecia de veras todo lo que le hace sonreir.
EliminarImagínate Enrique, que ni por celular, ni por cimpotadoras, los Ojos a La N y las Botellas al mar lograron presionar para que cierta muchacha de Un pedacito de mar devolviera tu libro. Y como todas te (y lo) preferimos compartido antes que vaciar mi vida...♪ como la canción de otro Milanés... pues hemos decidido, celulares y computadoras aparte y después de varios pactos de tregua y fidelidad, acabar con la guerra y pasarnos el libro entre las tres, claro, después que el autor, tan solicitado y querido, nos deje, a cada una, una dedicatoria. A que a nadie se le había ocurrido semejante cosa, eh!!! :) eso es que te queremos mucho.
ResponderEliminarSí, Leydi, es una salida muy ingeniosa que el maltrecho caballero en cuestión no merece, pero que por ello aprecia más. Síganme malcriando así, que voy a engordar. Tres abrazos.
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