Alguna vez les he hablado de mi rana, la que me acompaña en casa hace más de un año o dos. Pues bien, la compañera ha crecido, así que le sugerí que actualizara la foto de su perfil, pero ella es un batracio maduro que no está para esas nimiedades.
Aunque sea en el subsuelo, todos tenemos nuestros orgullitos, y no voy a negarles que me sentía un tipo generoso, casi un mecenas que aseguraba para la posteridad el creativo croar de mi inquilina.
Aunque sea en el subsuelo, todos tenemos nuestros orgullitos, y no voy a negarles que me sentía un tipo generoso, casi un mecenas que aseguraba para la posteridad el creativo croar de mi inquilina.
Yo creía haberle permitido instalarse detrás del lavadero y haberle dado licencia para hacer algún que otro safari de insectos cuando la noche despierta su apetito de mortal brincadora.
Yo pensaba que me hacía mejor persona cuando le cedía el paso en sus incursiones de casera exploración. Pero la vida es cruel; nunca acabamos de conocer al prójimo: resulta que hace poco registré entre sus verdosas cosas y leí esta página de su Diario que me ha dejado más frío que ella misma:
―Conmigo se ha mudado un tipo. No había visto a nadie tan flaco; ni siquiera el sapo aquel que enamoró a mi madre en el año '93, cuando la libra de mosquito no se podía pagar. Este está peor: no sabe croar y no usa su lengua ni siquiera para halar el bicho más pequeño. Tiene la piel muy lisa y de un solo color, ¡qué asco! Se va temprano, regresa tarde, usa un poco de agua de la que le dejo y se esconde en su cueva blanca mientras yo hago cosas más importantes en la mía. ¡Me da una lástima... yo no tengo corazón para cobrarle alquiler! Tiene suerte de que soy una rana consciente, pero el día que me moleste lo agarro con un pedazo de periódico y lo boto por la ventana.
Eres genial. Tan genial que quiero casarme contigo. Aceptas?
ResponderEliminarMar: Una muchacha inteligente y bonita, como tú, no debía preguntarle eso a un soltero. En adelante preocúpate cada vez que toquen a tu puerta.
EliminarAvísame cuando llegues, para vestirme de blanco.
EliminarEn cualquier momento, pero te advierto, yo soy como Dulce María: no me conformaré con un poquito de amor (ni con un pedacito de Mar). Como la Loynaz, lo quiero todo. ¿Qué pensará la rana de todo esto?
EliminarSeguro que la rana se pone contenta porque te vas de la casa :)
EliminarVerdad que las mujeres piensan en todo y piensan mejor. Tu solución mejora hasta a la rana. Animal Planet financiaría con gusto esta boda eco/lógica. Recuerda: cuatro toques en la puerta y seré yo.
ResponderEliminarVale... si me demoro un poquito no te asustes, me estoy empolvando el vestido.
ResponderEliminarHazlo, yo sé que valdrá la espera.
ResponderEliminarOhhhhhhhh, Mila se nos casa con la Mar, esto sí que es noticia!!!! Oye Mila, y la rana esa que no sea malagradecida y no se queje más, mira que tú le has arreglado la casita y se la has puesto bella para que venga ahora a tratarte así grgrgrgrgr me pongo brava y voy yo y la boto jajajajajaja
ResponderEliminarNo, María Antonieta... no acudas a la violencia, verás que todo se arregla. Lo de la boda fue otra ocurrencia de Mar. Si ella supiera mi fuerte vocación marina no jugaría con eso. Tú sabes que por una ola yo soy capaz de pintar en La Habana "el rapto de la pelirroja", que no me llamo Carlos, pero sí Enrique...
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