lunes, 23 de julio de 2012

Zapatacienta

Después del baile y la ilusión, de las doce campanadas, la fuga y todo lo demás, el mayordomo de palacio cumplía su encargo: iba de sitio en sitio comprobando qué zapato era el hermoso propietario de la muchacha de cristal que quedó tirada en la escalera.

9 comentarios:

  1. Genial Mila, ya te digo, todo un maestro de minicuentos. Está buenísimo, guarda algo para el dinosaurio. Un besote...

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  2. Melissa, tú tan incondicional como siempre. Te prometo que sí, aunque sea para pasar la pena, tiraré una piedra a ese dinosaurio. Un beso.

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  3. Fíjate si me gustó que te super-promocioné en Twitter.
    Por cierto, no me has dicho nada de mis mini cuentos en http://deolasyfotos.wordpress.com
    Me voy a poner triste.

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    1. Gracias: fíjate si te quiero que al leerte no pienso que seas mare nostrum, sino mare mío. Ahora mismo, a la lenta velocidad de esta conexión, voy a ese sitio en que me esperas. Todo por evitar tu tristeza.

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  4. No has pasado por mi nuevo blog... ya no me quieres.
    Vaya... ni siquiera pq lo tengo en mi blogrol :'(

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    1. Ah! Enrique, entonces descubriste el rostro de la muchacha de cristal?? ¿tenía cara de Mar?

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  5. Sí, Leydi, esa muchacha marina le queda muy ajustada a los zapatos.

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    1. eso no es justo... yo quiero ponerle cara al cocodrilo!!

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    2. Imagínate, si este cocodrilo no tiene ni muelas, ¿cómo va a tener cara?

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