Siempre supe que los grandes navegantes andaban al revés. Terriblemente perdidos. Y que los que se tienen por más gloriosos eran precisamente los más despistados.
Tal gazapo ha llenado la Historia de faltas de “otrografías”, así que yo, que me enrolé en este mundo por un litoral fangoso y modesto, a cada rato pretendo corregir la pifia global buscando mejores travesías.
En la blogosfera, este océano que junto a hermosas sirenas esconde monstruos que hubieran puesto de punta la blanca melena del Gran Almirante, he pescado de todo: saludos, abrazos, cariños intensos y ruidosos silencios, alientos, ofensas, amenazas veladas y hasta velantes… pero sigo buscando.
Así, un día di con Un pedacito… de ella. Hay pedazos tan grandes, yo no sé… que no se exige la pieza completa. Ocurrió hace tiempo: encontré en la cayería aquel blog extraordinario y en seguida me pregunté quién escribiría metida en una ola. La respuesta no era fácil porque, en lugar de dar sus señas, la autora se refugiaba en la marea. Y como no pude enlazarla a ella, enlacé su blog al mío, borda con borda, con mi más firme nudo caribeño.
Hace unos días, por casualidad, descubrí en una red social de La Mancha la identidad de esta originalísima bloguera, armé parte de su historia y comprobé en las fotos de la amiga que, efectivamente, se parece a lo que escribe, de modo que no sería difícil leerle la cara como suelo piropearle la letra.
Esa jornada de fisgón me confirmó en mis certezas: a los viejos marinos los impulsa la añoranza de tierra porque ignoran que, justo al lado contrario, una muchacha tremenda corregiría en dos líneas —en un post— sus cartas de navegación. Apenas necesitan descubrirla a unas millas, enderezando horizontes, y anunciar, por fin, el hallazgo:
—¡Maaaaarrrrr!
Enrique... me has dejado sin palabras. Gracias miles!!!
ResponderEliminarY después preguntas por qué te has convertido en mi ancla??? Cásate conmigo!!!!
Mar, este post pudo llamarse Retrato de muchacha en Facebook. Por un momento pensé que te había desagradado. Gracias por lo del ancla.
EliminarNo me des las gracias Enrique... tu post me sacó los colores.
EliminarUn beso salado para ti.
Pues lo acepto, Marian; no pensé recibir tanto por un post.
EliminarTe mereces más Enrique... tus post siempre acaban haciéndome sentir feliz... incluso los más tristes.
Eliminar¡Qué bueno escucharte eso! Creo que empiezo a comprender para qué escribo.
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