Repleta su caja de herramientas —la cola de un cometa albino, un apretamores criollo hecho con cuerno de unicornio, una lira de musa adorablemente desafinada, doradas escamas de sirena, un manual de diosa adolescente lleno de subrayados y hasta una varita trágica para las emergencias—, cierta noche L, M y N deciden rescatarme.
Me llaman a casa entradas las 11 y así, porque sí (¿por qué no?) mejoran mi sino sin remedio. Cada una a su modo, que yo creo ya sabe, es capaz de ordenar mi galaxia, pero esta vez tramaron juntarse para ahuyentar mis fantasmas por aquello de “no es por abuso; es para acabar rápido”.
Por pura modestia, con rara austeridad, emplean un teléfono común, terrenal aparato con el que seguro no están familiarizadas. Me llaman a mí, al señor E, fonema distante exiliado al otro extremo del abecedario, sonido mudo la mayor de los días, y en seguida comprendo que ellas conmutarán mi pena.
En solo 10 minutos, L, M y N recargan mi agotada batería de afectos por unos siglos más, pero yo sé —suerte la mía— que el saldo no las dejará conformes: volverán otra noche a seguir demostrándome que con ellas, por ellas, se puede describir el mejor perfil del amor sin necesitar una sola vocal.
Ja! me encanta el peinado de la N.10 minutos es poco tiempo para una tarjeta propia de cualquier galaxia y las tres letras se quedaron con ganas de más. Sé de una que está celosa, porque otras dos letras saben de un libro secreto, sé de una que no dijo más, para que las otras pudieran quedarse con más palabras del silencio...
ResponderEliminar¡Qué bien que sepas! Es cierto: el peinado de la N es singular; ojalá se lo haya hecho especialmente para el diálogo. También el señor E quedó inconforme, pero no hagas mucho caso; ya sabes como son los mortales: no aprenden a renunciar a sus afectos. Tal vez un día él aprenda a hablar. Gracias.
Eliminarja, yo también sé de esas tres letras que sueron al rescate de cierta E.
ResponderEliminarQué bien, ellas estaban contentas por traviesas, además, que se les ocurrió llamar tan tarde!
la L ;)
No, no fue tarde; para ellas hay una pizarra de guardia, las 24 horas. Un abrazo, muchacha.
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