No
hay en Cuba crítico más mordaz que el ingenio popular, ese
vigilante anónimo, fuenteovejunesco pleno, que defiende la justeza
de la obra incluso desde la burla rotunda de sus errores.
Los
cubanos lo sabemos: aquí y allá, las obras en construcción
informan en letreros visibles qué se hace, quién es el encargado y
quién paga, además de dos detalles esenciales en un país a menudo
dado a la calma: las fechas de inicio y conclusión.
Día
por día, una céntrica fachada de Camagüey me saca una sonrisa. Es
la gracia del pueblo, bendito humor. Resulta que nos propusimos un
acuario. Dicen las letras que debió comenzar en octubre del 2010 y
concluir ocho meses después, pero el tiempo ha pasado, así que
algún buen jodedor de esos que abunda en la Isla rasgó la pared
para rectificar un número en la fecha de terminación.
Gracias
a él, ahora todos confiamos en que, en efecto, tendremos nuestro
acuario... en junio del 3011.
Claro,
según sugiere de lejos el terco Charles Darwin, es posible que para
esa fecha, dada la constante evolución de las especies, los peces
ornamentales se hayan convertido en anfibios y nos enteremos de que
es tiempo de construirles un pantano.
Jajajaja.... espero estar presente aún cuando se termine.
ResponderEliminarClaro que sí, Marian, voy a invitarte para inaugurarlo juntos.
EliminarLentitud que le dicen, en todas partes hay espacios en blanco donde el tiempo se detiene y las cosas parecen no concretarse nunca. No desesperen.
ResponderEliminarNo, amigo José, no desesperamos. Una mirada de humor es a menudo nuestro recurso para seguir. Gracias otra vez. Un abrazo.
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