Nunca
mostró apuro; mucho menos interés por el asunto, sin embargo acaban
de enterrar, a sus 97 años, a Pastora Yuani Sayús. Ya sin vista,
pero con intactas ganas de bailar, esta guantanamera singular se
llevó su música a la muerte, tal vez con la idea de poner a la
Parca —tan
aburrida que es esa abrigada señora—
a bailar changüí.
Allá
por los años '70, cuando muchos de nosotros aprendíamos a leer, una
letra todo música inundaba la Isla: “Pastorita tiene guararey
conmigo, yo no sé por qué será...” Eran Los Van Van, de Juan
Formell, que se llevaron el texto de las lomas orientales y lo
regaron por el mundo, convirtiéndolo en el changüí más escuchado.
Roberto
Baute lo había compuesto; no para seducir a la mujer, como suele
creerse. En realidad él se había enamorado de Petronila, la hija de
Pastorita, y parece que a su suegra aquel enlace, marcado por 20 años
de “ventaja” del novio, no le gustaba ni un poquito. De manera
que tal vez la esquela musical fue hecha para la madre pensando en la
hija. En todo caso resultó, porque la propia Pastorita dijo en su
momento: “Él
compuso la canción para hacerme sentir bien, y con el tiempo me
gustó tanto que la bailé muchísimo”.
Música
más, palabras menos, Baute era, según la Pastora, un negro alto que
halaba una guitarra endemoniada y podía conquistar a cualquier
hembra.
El
changüí es cosa seria. Como en las grandes historias, un litigio de
autoría se dirimió en la Ley, que finalmente, en 1976, proclamó
los derechos de Baute.
—Soy
Pastorita, la del guararey -dicen que dijo la mujer mientras entraba
al tribunal, a testificar o a bailar, que para el caso era lo mismo.
Y Cuba siguió de fiesta.
Pastorita
había nacido en 1916, pero solo en el año 2003 los cubanos nos
enteramos de que habíamos estado bailando una mujer real y no una
abstracción de autor. Tal fue su vida sumergida, a pesar de la risa
y la cintura. La enterraron el martes mientras todos cantaban su
himno personal. ¿De qué murió? Es sencillo imaginarlo: seguramente
sufrió un ataque irreversible de guararey.
Por suerte para mí, que no sabía de la existencia de Pastorita, tengo este caimán que impide que historias como estan caigan en el olvido. Gracias, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Carlos Luis, por tomarte esta tanda de caimán voluntariamente. Me place ir hallando en ti un amigo.
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