Tanto
se le ha cantado a la belleza que acabamos por no ver el arma blanca
que porta bajo su alma colorida.
Sus técnicas de ejecución no son novedad: arponea las miradas, reduce a cero la voz, adormece toda fuerza, anula la voluntad y obliga a su víctima de turno, por los días de los días, a perenne reverencia. Más acá de la suerte, más allá de la muerte.
Sus técnicas de ejecución no son novedad: arponea las miradas, reduce a cero la voz, adormece toda fuerza, anula la voluntad y obliga a su víctima de turno, por los días de los días, a perenne reverencia. Más acá de la suerte, más allá de la muerte.
Yo
la vi de frente una única vez. Yo, un soldado sin nombre de Troya,
intenté alejarme de esa luz, o mirarla de soslayo, como dicen los
sabios deben mirarse los eclipses, mas al cabo terminé como tantos
condenados: buscando su imagen cegadora y tierna.
—Pero
tú no eres Paris -me dijo con su silencio la dueña de la belleza.
Tal
fue el fin. Esas son las señas de mi muerte. Los aedas no mostraron
interés en ella. Nadie va a recrearla en versos eternos. Ningún
guerrero de vuelta la contará a una reina que bajo asedio teje los
hilos de la paciencia. Recuerden que no soy Paris.
No
obstante, quiero alertar a otros ingenuos impresionados: en este
planeta de fieles adoradores, la belleza ha matado más que todas las
guerras juntas. Aun en humeantes trincheras, la foto de una distante
Ella supera el calibre del misil más contundente. ¿Por qué nadie
la ha denunciado todavía? Porque a su paso, la belleza no hace prisioneros ni deja
sobrevivientes.
Mila, genial la última oración. Gracias por crecerte en medio de tantas fealdades para darnos esta belleza de escritura. Un abrazo de Luz.
ResponderEliminarRogelio: Como tantos, yo llevo la marca del suicida: soy un enamorado consciente de la belleza. Pero hay que asumir sus "daños colaterales". Esa es la idea del post. Gracias de nuevo.
EliminarKike, un post halago... un post poema, pudiéramos añadir.
ResponderEliminarSiempre un placer descubrir tus letras.
PD: con quién tengo que pelearme??
Mar: ¡Esa vocación bélica tuya...! Pelearse no conduce a nada. Y menos con la belleza (nunca se sale ganando, aunque quien contienda sea otra bella como tú). En fin, tienes mis gracias de siempre. Y mi abrazo infaltable.
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