Veo el titular en un periódico: Mamíferos invasores, una amenaza a la biodiversidad, y comienzo a leer. Resulta que han entrado a Cuba, por debajo del telón, unas 30 especies de ilegales de ese orden biológico que se han establecido en los ecosistemas menos imaginables e impusieron su ley a ejemplares locales que a menudo resultan demasiado nobles para luchar (ya se sabe que los cubanos somos en extremo cordiales con los extranjeros).
En fin, la nota refiere casos de bruscas intromisiones y algunas de sus consecuencias, sin embargo me llamó la atención que no dedique una línea, ni siquiera una, al invasor más notorio, ese que por un lado comienza a afectar nuestra típica biodiversidad porque rompe la clásica armonía corporal de las mujeres de la Isla y, por otro, causa ahogos irreversibles en más de un hombre criollo. Lo cierto es que en los países donde ha atacado, este mamífero aniquiló la variedad del paisaje.
Dicen fuentes no oficiales que el intruso a veces llega de China, a veces entra de Europa, yo no sé, pero de lo que sí estoy seguro es de que, instalado en el pecho de las criollitas, el siliconis eroticus podría desaparecer del mapa el frágil equilibrio ecológico que nos quede.
Jajaja qué ocurrente!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Yaima, por asomarte a la reflexión personal que hice de una nota seria. De verdad, siempre agradan tus visitas.
ResponderEliminarMuy bueno!!!!
ResponderEliminarGracias Carlos Luis. Es un asunto como para tomarlo a pecho. Mis saludos.
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