jueves, 2 de octubre de 2014

París era otra fiesta


¿A qué negarlo? Es uno de los traumas de mi vida. Hace muchos años soñé que estuve seis días en París. La nitidez de las imágenes era asombrosa —se supone que si sueñas con la Ciudad Luz, tu sueño esté más que iluminado— y la gente parecía auténtica. Estuvimos, porque no anduve solo en mi aventura y otros estarán ahora rumiando ensoñaciones parecidas, en esos lugares que casi todos los terrícolas desean visitar pero que los más pobres de este mundo cabeza abajo apenas pueden tocar en postales estrujadas o fotos digitales pixeladas de tanto replicarse.

En fin que a veces, como si recibiera un golpe en la cabeza, me regresa el sueño francés y me veo de nuevo en el Museo de Orly, trepado en la Torre Eiffel, sumergido en la paz de Notre Dame o interrogando de cerca la sonrisa de una Mona Lisa que, si no ocultara bastante con la anécdota que dio paso a la más célebre sonrisa del arte, sigue negada a revelar del todo —con el mayor respeto a sus derechos de género— su identidad sexual.

El otro día, repentinamente, retornó mi crisis: creía yo que estaba trabajando en La Habana, en una cobertura de mucho ringo rango y, de momento, regresó París. Soñé que un importante científico cubano ofrecía en perfecto francés —en mi sueño yo sentía orgullo de tener compatriotas así— la información requerida por un visitante ilustre.

Todo estaba muy bonito, en colores y hasta en la esquivísima 3D, pero había un problema. Siempre hay un problema: los periodistas que cubríamos el asunto éramos  cubanos y, evidentemente, no estábamos al tanto del idioma de Víctor Hugo. Al principio nos miramos un tanto desconcertados, como preguntando en lenguaje sin señas: «¿no es un chiste?», pero muy pronto dimos al asunto la respuesta mambisa: «hay que meterle el pecho al problema».

Confieso que en mi sueño dudé. Primero cerré la agenda, pero como entendí que no habría concesiones a Cervantes y que mi periódico no perdona la falta de iniciativa, me dispuse a pellizcar, de sílaba a numerito, algunas ideas de una presentación digital también escrita en la culinaria lengua de Doña Galia.

Pasó el tiempo, terminó la charla y me fui al trabajo con una curiosidad: ¿cómo se verían, al otro día, las notas escritas por nosotros, simples hispanorreporteros? Pensé que la resultante de un periódico a otro, de un canal a la radio, sería un cadáver exquisito —cadavre exquis, aclararía en seguida el ponente de esa tarde—, con frases inconexas de este y aquel y secuelas hilarantes, pero también pensé que si metía la pata más de la cuenta, el muerto, como decimos en buen  «cubano», lo pondría yo sin muchas exquisiteces.

Por fortuna, la sangre no llegó al Sena. Cuando vi la nota impresa y esperé un tiempo prudencial eventuales protestas que no se produjeron, me di cuenta de que los periodistas cubanos tenemos, entre muchos otros potenciales que el mundo no atina a ver, enormes aptitudes plurilingües. ¡Ni qué decir para el francés...! También me di cuenta, como en el otoño de 1995, de que el de ahora no había sido un sueño. Había vivido otra estampa francesa, aunque esta vez, más allá de la gracia de la anécdota, París fuera una fiesta peligrosa.

6 comentarios:

  1. Me tocó de buena manera este escrito amigo cubano, más todavía con el regreso fresco de ese país al que no se si volveré otra vez, aunque tenga un hijo y la esperanza de un nieto que no demore demasiado. Mis tres hijos hicieron posible que viajáramos con mi compañera y tuviéramos un mes de recorridas que no serán olvidadas, primero en París y después en la Bretaña, bien contra el mar. Gracias y hasta otra.

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    1. Gracias a ti, José. Hacía tiempo que no nos "veíamos" por aquí. Siempre un placer. Y un saludo.

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  2. Très bien monsieur!!! C'est magnifique!!

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    1. Mar: No abuses. Yo estuve solo seis días allá y la «reserva» de francés que me quedaba en el estómago, se me agotó hace mucho. Un abrazo.

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  3. Mila: Estaba perdida porque tuve problemas con mi "ordinateur". Indira me sacó del apuro. Te considero con lo que pasaste, pero como siempre, saliste airoso, tú sabes para eso. Te queremos, Cariños familiares!!!!!

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    1. Gracias, Cuqui. Un susto interesante este que cuento. Espero todo siga bien por allá. Mis afectos para todos. Un abrazo.

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