¿A qué negarlo? Es uno de los
traumas de mi vida. Hace muchos años soñé que estuve seis días en París. La
nitidez de las imágenes era asombrosa —se supone que si sueñas con la Ciudad Luz, tu sueño
esté más que iluminado— y la gente parecía auténtica. Estuvimos, porque no
anduve solo en mi aventura y otros estarán ahora rumiando ensoñaciones
parecidas, en esos lugares que casi todos los terrícolas desean visitar pero
que los más pobres de este mundo cabeza abajo apenas pueden tocar en postales
estrujadas o fotos digitales pixeladas de tanto replicarse.
En fin que a veces, como si
recibiera un golpe en la cabeza, me regresa el sueño francés y me veo de nuevo en
el Museo de Orly, trepado en la Torre Eiffel,
sumergido en la paz de Notre Dame o interrogando de cerca la sonrisa de una
Mona Lisa que, si no ocultara bastante con la anécdota que dio paso a la más
célebre sonrisa del arte, sigue negada a revelar del todo —con el mayor respeto
a sus derechos de género— su identidad sexual.
El otro día, repentinamente, retornó
mi crisis: creía yo que estaba trabajando en La Habana, en una cobertura de
mucho ringo rango y, de momento, regresó París. Soñé que un importante
científico cubano ofrecía en perfecto francés —en mi sueño yo sentía orgullo de
tener compatriotas así— la información requerida por un visitante ilustre.
Todo estaba muy bonito, en colores
y hasta en la esquivísima 3D, pero había un problema. Siempre hay un problema:
los periodistas que cubríamos el asunto éramos
cubanos y, evidentemente, no estábamos al tanto del idioma de Víctor
Hugo. Al principio nos miramos un tanto desconcertados, como preguntando en lenguaje
sin señas: «¿no es un chiste?», pero muy pronto dimos al asunto la respuesta
mambisa: «hay que meterle el pecho al problema».
Confieso que en mi sueño dudé.
Primero cerré la agenda, pero como entendí que no habría concesiones a
Cervantes y que mi periódico no perdona la falta de iniciativa, me dispuse a
pellizcar, de sílaba a numerito, algunas ideas de una presentación digital
también escrita en la culinaria lengua de Doña Galia.
Pasó el tiempo, terminó la charla y
me fui al trabajo con una curiosidad: ¿cómo se verían, al otro día, las notas
escritas por nosotros, simples hispanorreporteros? Pensé que la resultante de
un periódico a otro, de un canal a la radio, sería un cadáver exquisito —cadavre
exquis, aclararía en seguida el ponente de esa tarde—, con frases inconexas
de este y aquel y secuelas hilarantes, pero también pensé que si metía la pata
más de la cuenta, el muerto, como decimos en buen «cubano», lo pondría yo sin muchas exquisiteces.
Por fortuna, la sangre no llegó al
Sena. Cuando vi la nota impresa y esperé un tiempo prudencial eventuales
protestas que no se produjeron, me di cuenta de que los periodistas cubanos
tenemos, entre muchos otros potenciales que el mundo no atina a ver, enormes aptitudes
plurilingües. ¡Ni qué decir para el francés...! También me di cuenta, como en
el otoño de 1995, de que el de ahora no había sido un sueño. Había vivido otra
estampa francesa, aunque esta vez, más allá de la gracia de la anécdota, París
fuera una fiesta peligrosa.
Me tocó de buena manera este escrito amigo cubano, más todavía con el regreso fresco de ese país al que no se si volveré otra vez, aunque tenga un hijo y la esperanza de un nieto que no demore demasiado. Mis tres hijos hicieron posible que viajáramos con mi compañera y tuviéramos un mes de recorridas que no serán olvidadas, primero en París y después en la Bretaña, bien contra el mar. Gracias y hasta otra.
ResponderEliminarGracias a ti, José. Hacía tiempo que no nos "veíamos" por aquí. Siempre un placer. Y un saludo.
EliminarTrès bien monsieur!!! C'est magnifique!!
ResponderEliminarMar: No abuses. Yo estuve solo seis días allá y la «reserva» de francés que me quedaba en el estómago, se me agotó hace mucho. Un abrazo.
EliminarMila: Estaba perdida porque tuve problemas con mi "ordinateur". Indira me sacó del apuro. Te considero con lo que pasaste, pero como siempre, saliste airoso, tú sabes para eso. Te queremos, Cariños familiares!!!!!
ResponderEliminarGracias, Cuqui. Un susto interesante este que cuento. Espero todo siga bien por allá. Mis afectos para todos. Un abrazo.
Eliminar