Me han preguntado más de una vez si soy pariente de José Jacinto Milanés, el gran poeta matancero, y siempre respondo que sí:
—Soy primo hermano suyo, por parte de loco.
Parece que funciona, porque más de uno digiere la píldora y me deja callar a mis anchas. Pero tengo un amigo X al que le inquieta que un amigo Y comente muy seguido estos silencios míos, tan milaneses:
—¿No querrá él sugerir que termines igual que José Jacinto, suicidándote?, -inquiere el primero con humor negro y límpido amor, equismente preocupado.
Mi respuesta es escandalosamente muda, como si también yo viviera en aquella casa silente de la calle Gelabert. No tengo tiempo para hablar porque justo en ese momento presiono mi sien con los agudos versos de La fuga de la tórtola:
“Si ya no vuelves, ¿a quién confío
mi amor oculto, mi desvarío,
mis ilusiones que vierten miel,
cuando me quede mirando el río,
y a la alta luna que brilla en él?
Inconsolable, triste y marchito,
me iré muriendo, pues en mi cuita
mi confidenta me abandonó.
¡Ay de mi tórtola, mi tortolita,
mi confidenta me abandonó.
¡Ay de mi tórtola, mi tortolita,
que al monte ha ido y allá quedó!“
Si yo tuviera esa pluma, nada pudiera dañarme. Con recaídas y resubidas, con una amada inmune a la poesía, con su obsesión sin frutos por la pureza, mi “primo” lo demostró: suicidarse puede cualquiera, pero algunos suicidados nunca consiguen morirse.
Uff!!! genial... y sin dudas son promos, por parte de loco y por parte de alma y por parte de pluma (que claro que la tienes!!!!) y por parte de todo.. menos del suicidio, eso nunca... un besote desde lejito, muassss
ResponderEliminarMelissa: Gracias por reconocerme el parentesco, sin exigir pruebas de ADN. De ser así, entonces es también pariente tuyo. Un beso.
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