Una bala, escondida entre la hierba, entró en su sien derecha y El Mayor no supo que moría. Tan ocupado estaba, está, en su atención a Cuba, que 139 años después no se ha enterado. Las cartas le dicen que, a más de un siglo de distancia de su boda, Amalia le espera, impaciente y amorosa, y ese es un premio a todas sus batallas.
Está ocupado, entonces, en preparar a sus “…jinetes rápidos como el instante”, en continuar su obra de maestro y General y en liberar un Sanguily por cada día. Solo esa bala que no vio en Jimaguayú le impidió hacer otro rescate en San Lorenzo, porque vergüenza sobraba para eso.
Agramonte sigue cabalgando: no lo detienen “tigres” ni “abriles” españoles, aun Martí ve cómo en su campamento cura el médico cuando censura el General. Ignacio es, ahora como nunca “…un ángel para defender, y un niño para acariciar…”
A El Mayor no le han informado —sus hombres no se animan a contradecirlo— lo que se comenta de su cadáver: que ha sido incinerado y esparcido. Agramonte sabe que en el fondo es el pretexto de una débil soldadesca que nunca podrá meter su nombre en una tumba.
(Las citas son de José Martí)
Mila, Agramonte no puede morir, menos con Ignacios como tú
ResponderEliminarmariposas
Carmen Luisa: Llamarme Ignacio un día como hoy es un gran elogio. Gracias.
Eliminarlas citas son de Martí, la canción de Silvio...
ResponderEliminar¿sabes? la canción de Silvio me conmueve siempre que la escucho, coo tú, que lo haces siempre que te leo.
Sí, Leydi: La canción es de Silvio; una de las grandes grandes que nos dejó en su etapa más productiva. Yo solo aspiro a moverte algún nervio; si dices que te conmuevo, pues he sobrecumplido con creces. Un abrazo a tud botellas.
EliminarEL MAYOR SEGUIRA CABALGANDO PUES EL PROCESO REVOLUCIONARIO NADA NI NADIE LO DETENDRA
ResponderEliminarCarlos, yo no tengo ninguna duda de eso: El Mayor sigue su cabalgata. Muchas gracias por asomarse a este espacio.
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