Ni él ni la semana habían llegado a Viernes. Cuando vino un bote en rescate del náufrago más antiguo, el cocotero puso una penca en el hombro de Robinson Crusoe:
Me encantan tus minicuentos, o minicrónicas? Son como puntillazos de ideas, sensaciones y emociones. Por cierto, entre mis amigos tengo puesto un horario de lectura del blog, y los que no pueden leerlo conmigo se lo dejo de tarea para la casa. No hago comprobación de lectura de milagro, por no decir la idea que a veces se me asoma de imprimir los post para los que no tienen internet. Pero no te preocupes, limitaré mi afán propagandístico, pero no olvides que al menos semanalmente un puñado de jóvenes se juntan para visitar al caimán. Un abrazo bien apretado.
Anays: ¡En qué aprieto me metes! Respeto mucho a los lectores jóvenes y por eso mismo a veces im/presionan. Dales un agradecimiento colectivo a esos muchachos. Espero su resistencia sea larga para que este caimán llegue a longevo. Un beso.
Te cuento, Leydi, en exclusiva: cuando el cocotero llegó al continente, la CNN le hizo un amplio reportaje biográfico, y en él declaró que Robinson decidió quedarse para no perderse tus mensajes. ¿Qué será lo que le estás diciendo?
Juro que no hice nada, soy inocente!! pero mira de las cosas que se entera una, así que recibía mis botellas...hum, pero seguro más que por mí, decidió quedarse en compañía de algún caimán sin muelas..
Ay Mila, esta nube amiga tuya a veces se iría bien-bien a pastar a alguna isla, a lloverle al cocotero amigo, y a esconderse de los botes de rescate jajaja Extrañaba ya mi tiempo a solas con el Caimán, la Yane me ha dejado mucho trabajito, pero sabes que te sigo leyendo. Se te quiere mucho.
Sí, imagino que una jefa como Yanetsy no debe ser fácil. Ya en serio, siempre he admirado su generosidad, esa que la empuja a abrir, en lugar de cerrar, sus espacios a otros. Entonces, por ti y por ella, "disculpo" tu lejanía reciente del caimán. Cuando el peso tenga vuelto iremos a tomar agua de coco a una isla.
Guao!!! me encantan estas versiones... pues así es, ya vendrá alguien por Crusoe aunque sea un Jueves... Un besoteee...
ResponderEliminarGracias, Melissa, por llegar en tu bote y rescatar otro post.
EliminarMe encantan tus minicuentos, o minicrónicas? Son como puntillazos de ideas, sensaciones y emociones. Por cierto, entre mis amigos tengo puesto un horario de lectura del blog, y los que no pueden leerlo conmigo se lo dejo de tarea para la casa. No hago comprobación de lectura de milagro, por no decir la idea que a veces se me asoma de imprimir los post para los que no tienen internet. Pero no te preocupes, limitaré mi afán propagandístico, pero no olvides que al menos semanalmente un puñado de jóvenes se juntan para visitar al caimán. Un abrazo bien apretado.
ResponderEliminarAnays: ¡En qué aprieto me metes! Respeto mucho a los lectores jóvenes y por eso mismo a veces im/presionan. Dales un agradecimiento colectivo a esos muchachos. Espero su resistencia sea larga para que este caimán llegue a longevo. Un beso.
Eliminarwow, Enrique...¿no sabes si Robinson recibió alguna de mis botellas? Tal vez así no estuvo tan solo, ¿no?
ResponderEliminarTe cuento, Leydi, en exclusiva: cuando el cocotero llegó al continente, la CNN le hizo un amplio reportaje biográfico, y en él declaró que Robinson decidió quedarse para no perderse tus mensajes. ¿Qué será lo que le estás diciendo?
EliminarJuro que no hice nada, soy inocente!! pero mira de las cosas que se entera una, así que recibía mis botellas...hum, pero seguro más que por mí, decidió quedarse en compañía de algún caimán sin muelas..
EliminarAy Mila, esta nube amiga tuya a veces se iría bien-bien a pastar a alguna isla, a lloverle al cocotero amigo, y a esconderse de los botes de rescate jajaja Extrañaba ya mi tiempo a solas con el Caimán, la Yane me ha dejado mucho trabajito, pero sabes que te sigo leyendo. Se te quiere mucho.
ResponderEliminarSí, imagino que una jefa como Yanetsy no debe ser fácil. Ya en serio, siempre he admirado su generosidad, esa que la empuja a abrir, en lugar de cerrar, sus espacios a otros. Entonces, por ti y por ella, "disculpo" tu lejanía reciente del caimán. Cuando el peso tenga vuelto iremos a tomar agua de coco a una isla.
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