jueves, 24 de mayo de 2012

Glaciar

A André McCollins no se le quita el frío. Hace diez años, cuando él tenía 18, sus profesores lo ataron y torturaron por varias horas, sometiéndolo a descargas eléctricas que casi lo desenchufaron para siempre de este mundo, solo por negarse a quitarse el abrigo.

No lo escribo yo; lo muestra un vídeo que circula en internet con una más que fílmica antesala: “Las imágenes pueden ser perturbadoras”. 

La verdad puede ser perturbadora. El exalumno de la escuela para discapacitados de Rotenberg, en Canton, Massachusetts, no esperaba esa respuesta “pedagógica” de sus profesores, que en inédita lección de inhumanas geografías se burlaron de él, de Norte a Sur, y lo privaron de agua y alimentos desde Oriente hasta Occidente.

Su abrigo fue una especie de bandera en cuya defensa por poco pierde la vida y esta historia terminó en un hospital que bien pudo ser de guerra. Ganó esa cruenta batalla, pero el frío sigue intacto: André McCollins lleva cubiertos los picos de su cabeza con los hielos eternos del autismo.

6 comentarios:

  1. Triste historia, y más triste por real.

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    1. Así, Mar, la realidad debía ser siempre hermosa, pero no lo es. Por eso es bueno verte a menudo por aquí: el mundo paga así parte de su deuda.

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  2. Desgarradora historia, y muy bien narrada Mila, yo también sentí el frío. Un besi inmenso.

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    1. Lo sé Melissa. A todos nos pasa. ¿En qué volcán remoto nacerá tanto mal? Un beso.

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  3. Comparto cada palabra de dolor y repugnancia por estos seres que no son humanos, son cualquier cosa que está en este mundo como perfil del mal, no se si llamarlos hijos de Satanás, pero bien parecen serlo.

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