viernes, 27 de enero de 2012

Maternidad

Sin prestar mucha atención a la gritería en la segunda bolsa, comenzó ceremoniosamente a desatar y ensamblar la primera. Sólo cuando hubo armado las 200 piezas de la chimenea plegable, Señora Cigüeña tomó aquel bebé y lo lanzó abajo, por el tubo, con una habilidad rara y ancestral.

6 comentarios:

  1. Qué chulo!!! enseguida me dibujé la imagen en la cabeza... y sonreí... uff!!! creo que de niña (y todavía) le tenía miedo a las cigueñas, no sé por qué. ajjajaja. Un besi.

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  2. Melissa, seguro le tenías miedo porque, al traerte, a tu cigueña se le ponchó una goma, se le descargó la batería o se le acabó la gasolina. Pero no te impresiones por eso, esos accidentes ocurren. La mía lo tuvo fácil, porque si ahora soy así de flaco, imagínate cuando nací. Aquella cigueña andaba feliz, con la bolsa más ligera de su turno de trabajo.

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  3. Pobrecita, qué trabajo, las cosas que tienen que hacer las cigüenas de hoy día para traernos a los niños como manda la leyenda... ufff, deberían pagarle estimulación salarial por esfuerzo añadido.

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    Respuestas
    1. Sí que se lo merecen, María Antonieta. Como están la economía, y en particular, el transporte. ¿Tú te imaginas que te hagan el hijo, que te le saquen el pasaje, te lo traigan y te lo lancen por la chimenea hasta la cuna, sin cobrate un quilo. Son heroínas.

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  4. Gracias, María del Carmen. Me alegra mucho saber de ti, porque hace tiempo no nos vemos.

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