La Historia está aquí, en los libros y en las manos, para recordarnos cuánta epopeya ganamos. Pero hoy, ahora mismo, las invasiones que más me preocupan son las muy personales, las individuales, las armadas contra con nombres y apellidos de mil “islas”.
Cada vez que un buen cubano nos deja, cada vez que una de ellas se va ―da igual si de cocineros, da igual si a cocer compotas―, siento que perdemos una batalla.
¿Quién le bombardeó su mente?, ¿Quién le disparó a su arraigo? ¿Quién ametralló su orgullo? ¿Quién le doblegó el espíritu? ¿Quién subastó su bolsillo? ¿Quién le secuestró esperanzas? ¿Quién le tajó la raíz?
Arrancarle “islas” a esta Isla: no conozco guerra mayor.
yo tambien sufro de esos girones arrancados al alma. tere
ResponderEliminarSí, María Teresa. En este punto, yo diría que padezco un egoísmo patriótico: quiero aquí cerca, felices, a todos los buenos cubanos.
ResponderEliminarEnrique comprendo tu idea del asunto. Pero claro la mayorá de los que se van lo hacen buscando "compotas" y "cocinas" pero los de Girón esos se fueron para volver a masacrar y a conseguir de nuevo su isla garito. Son cocineros y compatas dferentes, desarraigos y esperanzas diferentes.
ResponderEliminarClaro que son diferentes, Rafelito, claro. Pero al menos a mí me lastima cada vez que un cubano bueno nos deja. Cuando eso pasa, siento que se rinde y nos debilita. Porque soy de los que cree que a Cuba le hace falta, sobre todo, gente buena y trabajadora. No más.
ResponderEliminarY eso le duele, y mucho... yo la he visto sangrar
ResponderEliminarClaro que duele, Melissa. No se puede tapar el dolor con un dedo.
ResponderEliminar