No tengo la menor idea de cómo fue, pero un buen día Miguelín dejó de pescar y se dedicó a vender periódicos. Llegaba pasado el meridiano en su bicicleta, vieja como él, con un pequeño rollo que ya tenía las letras encargadas.
Afortunado yo, que disponía de uno en el bultico. Porque fue por esas fechas que comencé a leer periódicos, un hábito más que extraño en un muchacho de un rudo pueblo de mar, pero bueno
si no era fumador precoz y clandestino, si no era adicto al codo alto, si no desvalijaba allá en la costa las nasas de captura
algo raro tenía que hacer.
Miguelín era el querido padre de tres primas, sin embargo mi parentesco con él era de tinta y no de sangre: aquel viejito bonachón que parecía llevar con lentitud toda la calma respaldó sin preguntar, sin mucho asombro, mi vocación entre callada y noticiable.
Entonces, resumiendo, yo debo esta carrera sofocada, también, a Miguelín, el buen santacruceño que alguna vez bajó del barco con un periódico a la venta en una mano.
Y no, no tengo ni la más remota idea de los cómo, mas no descarto, al meridiano de mi vida, que un día yo termine de escribirlos y tire estos periódicos al agua para irme así, de pesca en viejo barco, leyendo a Miguelín en letra inversa.
me encanto sencillo pero muy rico
ResponderEliminarMuchas gracias, anónimo visitante, por leer y comentar estas notas de infancia.
EliminarEnrique:
ResponderEliminarEs que esto de la tinta impresa también crea adicciones...mírate a ti..Pero por favor, cuando decidas tirar tus periódicos al mar recuerda ponérmelos en botellas...un beso
Así haré Leydi. Tú sabes de mi adicción marina. Sabes que soy un probable desertor de esta ciudad mediterránea para irme a cualquiera de Cuba que me regale el mar. No lo dudes: te avisaré cuando zarpe.
EliminarEnrique, ya contratamos a un equipo de buceo, a un submarino, y hasta una gaviota...ya sabes, por si hay que perseguirte entre los mares en busca de tus letras. Aunque te confieso que no sé nadar, así que me llevaré un par de salvavidas. El abrazo, y un ojalá nos veamos pronto.
EliminarGracias, por ese operativo, Anays. Esas serían entonces las crónicas más caras de la historia. Sé que no valen tanto, pero por eso, como la Cucarachita Martina, te lo agradezco más. También me gustaría mucho verte.
EliminarBello!!!! y si te hace falta que te ayude a rasgar, llegado el día, que a propósito, está lejos, muy lejos... ahí estaré, mojándome las manos, con tanto placer, o más, que el que me da leerte. Un besote
ResponderEliminarMelissa: Como decía cierta canción de otro tiempo: Bella tú... loco yo. Gracias por ofrecerte a pescar conmigo. Yo sé que en tus manos cienfuegueras los peces picarían mucho. Tienen mucho alimento que encontrar en ellas. Un beso.
ResponderEliminarhola, que bueno compartir esta pasión de letras....y sobre todo, entre letras tan bien cocinadas. Enrique....ya te leí en gaceta de Jagua...viste?Aqui sigo, tomando mi clase diaria...quien me iba a decir que los caimanes son tan inteligentes!!!!!!!!!!!! jajajaja
Eliminarsaludos
elisa
Sí, Elisa, también te leí en Gaceta de Jagua. Esos amigos cienfuegueros no pierden tiempo cuando se trata de la crónica. ¿Ves qué sencillo es mantener este contacto? Pero es adictivo: ahora no quiero que te vayas. Nos vemos.
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