martes, 24 de enero de 2012

Nanocirugía

Nunca pensé ser testigo de práctica tan sublime, pero a veces la vida se aburre y, para variar, nos hace seres privilegiados. Resulta que este martes me levanté más temprano que de costumbre y fui al Hospital Amalia Simoni, a esperar, para hablarle, a un hermano que allí habría de consultarse.

Llegué lleno del frío de enero y, mientras el sol me alcanzaba, le vi por primera vez, disponiendo instrumental: al aire libre, el novel cirujano comenzó a prepararse para unas intervenciones. Primero tomó el atuendo, después se secó el sudor, luego miró los afilados instrumentos con una pose redundantemente doctoral. Y siempre, siempremente siempre, le auxiliaba ―le arropaba, con toda la  propiedad del término―  una muy grácil doncella.

Mi hermano llegó, pero en lo cerca de una hora que estuvimos charlando yo no dejaba de mirar aquel prodigio de manos más que entrenadas: las incisiones eran hermosas, matemáticas y artísticas, perfectas... todo un alarde de empleo de nanotecnologías.

A resultas, no se podía temer el menor desvío del rumbo de la cuchilla. Lo confieso: tal vez en algún momento me perdí algo de lo que mi hermano dijo, pero aun así estoy satisfecho. Yo lo vi con estos ojos de postear: aquel muchachote podría reiniciar sin titubeos el cerebro de Bill Gates, o mejorar de un corte la vida de Stephen Hawkins. Si las lascas del jamón que allá vende le salen tan delgadas... ¿quién se atreve a dudar de su rigor profesional?

10 comentarios:

  1. jajaj, así es.. el tiempo y sus evoluciones...

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    1. Ese es el talento sumergido, Melissa. Cuando aparece, ¡aparece!

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  2. Enrique, y tú eres un cirujano de las palabras, a veces hay que tener cuidado con el filo de tu escalpelo. Te sigo siempre. Abrazos, Anays.

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    1. Anays, gracias por seguirme. Procuraré filos solo para cortar buenos deseos para amigos como tú.

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  3. jajaja, nadie podría dudar de sus cualidades profesionales...pero de las éticas..
    por cierto, ¿ya te dije que me gusta como escribes? y que cuando sea grande (al menos unos centímetros más)quiero escribir como tú..

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    1. Bueno, pues cuando yo sea grande pediré algo grande de veras: ¿te imaginas los silencios de Rulfo? ¡Ahí sí hay Palabra! Gracias por la vuelta y el aliento.

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  4. A la verdad que tienen una precisión espeluznate estos cirujanos de la gastronomía popular jajajaja Yo les aprobaría el ejercicio diario como la mejor prueba de aptitud del mundo... tienen una manoooo!!!!

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    1. En efecto. ¿Sabes, María Antonieta?, cuando me decida a operarme de la columna voy a sacar turno con uno de ellos. Allí la operación sería ambulatoria y hasta tendría una meriendita asegurada.

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  5. Bien Mila, la verdad es que ellos tienen un pulso de envidia, pero lo que no se les puede envidiar es el alma...
    un bes de mariposa
    Carmen Luisa

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    1. El paisaje comercial es complejo, Carmen Luisa. Dices bien: lo importante es que no dejemos que los mercaderes de cualquier tipo nos truequen el alma.

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