lunes, 20 de febrero de 2012

El nadador

Nillo González era todo un hombre de mar. Y como tantos de ellos, alguna que otra vez se sumergía en la marea de unos tragos. ¡Que bastante sal lleva esa vida para llevarla con perfecta perfección!

Aquella noche regresaban en su barco y una botella, zalamera y promiscua, besaba en los labios a un hombre, y a otro, y a otro, y a otro más. Nillo salió a cubierta, a marcar con el hilo caliente y amarillo que salía de su miembro aquellas olas de azul dormido y misterioso.

Dentro, resguardados del frío, los otros bebían y gritaban, que casi siempre es lo mismo. Y el hombre de esta historia demoró. Un poco. Bastante. Demasiado…  A los otros pescadores se les quitó la embriaguez, de tanto taladrar con sus ojos la negrura, mas no lo hallaron. Llegaron a tierra sin él.

La búsqueda duró varios días hasta que al fin encontraron su cuerpo de hombre barco.

Por lo que dijo el forense, pudo haberse salvado y entrar a la casa como un héroe a contar la aventura con un vaso en la mano: nadó por su vida no menos de ocho horas.

Nillo fue todo un hombre de mar, pero no pudo prever que aquella botella de curvas atrayentes le mudara la costa de lugar. La costa, esa ansia de tierra que él alejó con las más largas brazadas de su vida.   

8 comentarios:

  1. Una historia triste, es verdad... pero excelentemente narrada, con el corazón en las letras. Un besi.

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    1. Melissa: Una historia real. Yo lo conocí. Cambié su nombre para no herir sensibilidades en su familia. Un beso marinero.

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  2. el mila esta historia ha logrado acrecentar mi miedo por el mar de noche, lo he intentado dos o tres veces, pero cuando ya no siento la arena bajo los pies regreso enseguida... el mar es ya por concepto una cosa misteriosa, y de noche ni nombre tiene.

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    1. Alejandro: El mar es un tipo buena gente, pero hay que conocerlo y saber su carácter. Es cierto, de noche inspira más respeto. Nos ha robado un montón de vidas. Y nos ha dado muchas cosas buenas. Que todo tiene su equilibrio.

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  3. Mila, tienes muchas historias en tus letras, sigue contándonos de tu Santa Cruz, aunque sean historias tristes. Lo mejor de ellas es que tienen la nostalgia de un hombre que no a dejado de ser del Sur.
    una mariposa
    cl

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  4. Gracias, Carmen Luisa. Creo que sí, que a cierta distancia, mi Norte, mi Este y mi Oeste siguen estando en el Sur.

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  5. Siempre he tenido claro que mar y ron no pegan, pero a demasiada gente se le olvida. Son tristes estas historias, sobre todo para los que nos quedamos del lado de acá con la zozobra de no haber podido hacer nada. Aún recuerdo la primera guardia de Brandon, Mila, le llegó un muchacho, prácticamente adolescente, único hijo, ahogado en una represa por ir de tragos y brazadas con el tío. Aún recuerdo su voz en el auricular, su dolor de no poder salvarle, su impotencia. Son palos que nos da la vida, difíciles de olvidar.

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    1. Es cierto, no pegan. Realmente el ron, el ron en serio, no pega con nada, al menos con nada bueno. Pero aun él se lleva a gente buena que de alguna manera ha sido entrampada por esa red. Gracias, María Antonieta, por acompañar tan largamente este caimán en el día de hoy. Te lo pagaré trepado en tu nube.

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