martes, 27 de marzo de 2012

Barcos de madera

Hace unos siglos, cuando era niño, fabricaba pequeños barcos de madera. Sin otra academia que el recuerdo de mis ancestros ni más material que un pedazo de tablón y un machete de dudoso filo, sacaba de mis manos aquellas naves prestas a hacerse a la mar.

Les ahuecaba la panza para fijar alli la nevera en la que, entre hielitos de refrigerador que alguna vecina dadivosa me “prestaba”, guardaba pececitos ornamentales reclutados a la fuerza para hacer de ballenas o tiburones heroicamente pescados por mí.

El timón y la propela salían de las piezas circulares de algún reloj rusamente despertador, sacrificado en nombre de la navegación. De ancla, bastaba un simple anzuelo. Y en cualquier tubo fino presumía ver chimeneas tan portentosas como las de un Titanic cuya tragedia aun no había tenido que sufrir.

Lo echaba al agua sin romper en su casco botellitas de champán (¿cham qué..., qué sería eso?). En el primer charco del primer aguacero probaba si era buen caminador. Y un ciclón era una fiesta que me traía el océano a la casa.

¿Por qué este descargo de viejo lobo de mar, de capitán de antaño haciendo cuento en taberna? Porque a la vista del primer lloviznazo que mojaba tierra de marzo, inundada la cabeza con gotas de hoy y olas de ayer, quise buscar un tablón y un machete y sacarme, de entre los dedos, un nuevo insumergible para otro viaje.

9 comentarios:

  1. Yo te voy a regalar un barco, otro, hecho con mis letras y algunos apuntes de Cortázar quizás, o Monterroso o Carilda... uno que siempre navegue, sin importar que exista o no el mar. Un besi.

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    1. Lo voy a esperar, Melissa, para leerlo todos los días y para ir de vez en cuando a Cienfuegos. ¿Te imaginas?

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    2. Enrique, solo no entendí una cosa..¿que es eso del "hace siglos" del inicio?
      así que hielito prestado, no??? jajaja

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    3. Leydi: Cuando compartamos jarra en una taberna marinera te explico, con hielito y todo.

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    4. Enrique, ¿nos das una vuelta en la nueva nave? Sé que llevo unos días lejos,pero toda la situación papal me mantenía fuera de circuito. No olvides leer Patria Nueva cuando tengas un tiempo. Abrazo, y nos vemos en proa.

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    5. Sí, Anays, tengo pendiente tu encargo, no lo olvido, solo que ahora mismo tengo algunos problemas de salud, pero descuida; saldré de ellos pronto, ¿o viceversa? Un abrazo.

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    6. Enrique, ¿qué sucede? No dudes en llamarnos si te hiciera falta nuestra ayuda, no nos dejemos abatir por la lejanía física. Cuenta con nosotros, siempre. Dos Abrazos, para que te pongas bien.

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  2. Yo hacía barquitos de papel... y tiraba botellas de refresco con mensajes dentro (Que Leydi no se moleste), siempre creía que mis navegantes llegaban a puerto.

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    1. Y llegaron, Mar, lo que pasa es que no eran muy agradecidos y no reportaron su arribo. Un día de estos recibes una carta en una botella de malta.

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